La enamorada Cayetana lucía muy feliz el día de su boda, y lo sigue siendo al día de hoy
La duquesa de Alba Cayetana Fitz-James Stuart, de 85 años y una de las mujeres con más títulos nobiliarios del mundo, ya es la esposa del empleado gubernamental Alfonso Díez Carabantes, 25 años menor que ella, quien de ahora en adelante es el duque de Alba consorte. La boda que llamó la atención de medio mundo y provocó que en Sevilla se hicieran camisetas con los rostros de los contrayentes fue, según la propia duquesa, “el triunfo de la lucha por el amor” pues durante más de tres años, los hijos de Cayetana y sus amigas más íntimas se opusieron a su relación con el alto y mucho más joven Alfonso. “He estado sola con este proyecto y solo he encontrado opiniones en contra, hasta que se han dado cuenta del calibre de hombre que es Alfonso”, declaró la novia el día antes de casarse, como homenaje a su amado.
En Sevilla, donde se alquilaban los balcones cercanos a la entrada del palacio de las Dueñas en 12 mil dólares, para ver mejor la llegada de los 40 invitados, la ceremonia en la capilla del palacio fue íntima y familiar. Cayetana llegó del brazo de su hijo mayor, Carlos, duque de Huéscar, y llevó como madrina a Carmen Tello, esposa del torero Curro Romero, quien es su mejor amiga. La duquesa iba muy apropiada, aunque sin dejar su amor por lo desenfadado, con un vestido de gasa color rosa melocotón y sutiles vuelos flamencos, diseño de los modistos sevillanos Victorio & Lucchino. Llevó unos zapatos planos de la misma tela hechos por Pilar Burgos; medias de rejilla del mismo tono (las tiene en todos los colores) y aretes colgantes de brillantes.
(Arriba, bailando una sevillana con su ex yerno, el torero Francisco Rivera Ordoñez)
Muchos la llaman la duquesa hippy porque a pesar de tener fabulosas joyas de familia, incluyendo divinas tiaras (como la que llevó en su primera boda con Pedro Luis Martínez de Irujo) y diamantes del tamaño de garbanzos, Cayetana ha preferido siempre la ropa bohemia de Ibiza, los accesorios de fantasía y las pulseritas de buena suerte que lleva en los tobillos.
Su estilo es muy de ella ¡incluyendo el hecho de no usar sostén! En la boda se sirvió un almuerzo buffet con un menú ecléctico escogido por Cayetana: Gazpacho con hierbabuena, Tortilla española y Ensalada con ángulas y caviar, seguido de Arroz a la provenzal con camarones de Huelva y Langosta en salsa americana; Tournedos de ternera con salsa bernesa y guarnición de pimientos del Padrón, cebollitas francesas y papas estilo Ducal; Ave al limón en su jugo, con verdura variada a la plancha y ensalada mimosa (inventada por ella).
De postre, Tocino del cielo de coco, Panetela con salsa de leche condensada, Tarta nupcial y Bomba de chocolate con salsa de turrón caliente.
FOTOGALERÍA: LA BODA DE LA DUQUESA DE ALBA
¿Algunos de los poquísimos invitados?
Los hermanos Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez, los guapos toreros que ella adora, además de que Francisco fue el esposo de su hija Eugenia; la modelo Eva González, novia de Cayetano, sus exnueras, algunos familiares de Alfonso, sus secretarias privadas, etc. La enamorada duquesa -quien, según rumores publicados en la prensa local, unos días antes había recibido retoques faciales y nuevas inyecciones de Botox en una discreta clínica de estética de Barcelona- lucía muy feliz. Bailó sevillanas y se lanzó “por bulerías”, tanto en el interior del palacio después de la ceremonia, como en la alfombra roja que llevaba al lugar, donde miles de ciudadanos la vitorearon cuando salió a saludarlos y descalzándose se echó a bailar.
Una maravillosa alegría de vivir y un gran entusiasmo en una mujer que hace apenas dos años estaba en una silla de ruedas sin poder caminar y casi sin poder hablar, y quien después de una delicada operación en que le pusieron una válvula en el cerebro, volvió a “vivir”, enamorada de Alfonso como una colegiala. Según cuentan ambos, Alfonso -quien nunca se había casado, ni se le conoce novia alguna, y en estos momentos está llevando a los tribunales a un hombre que dijo en TV que había sido su amante- estaba locamente enamorado de Cayetana desde que la conoció hace 30 años, en una ocasión en que acompañó al palacio de Liria a su hermano Pedro Díez, un anticuario que era el mejor amigo de Jesús Aguirre, el segundo esposo de Cayetana. Alfonso quedó flechado con ella. Y cuando se la encontró por casualidad saliendo de un cine de Madrid hace poco menos de cuatro años, se le acercó y se le presentó de nuevo.
(Arriba, Cayetana de Alba y Alfonso Díez con los padrinos, Carlos, duque de Huéscar, y Carmen Tello, y el resto de los invitados, en la ceremonia de su boda celebrada en el palacio de las Dueñas)
Tal como Cayetana soñó y deseó desde aquel momento, pudo casarse con el hombre que parece venerarla, la cuida con el mayor cariño y la protege en todo momento. Y lo hizo en contra del deseo de sus hijos y de los comentarios negativos y burlones de media España (incluyendo la recomendación del rey Juan Carlos de que “ya no estamos para bodas, Cayetana” y de la reina Sofía que le dijo que “no era necesario casarse”). Logró casarse después de viajar medio mundo con su novio, de prodigarse caricias en las playas de Marbella e Ibiza y de mostrar abiertamente su amor.
VIDEO: LA DUQUESA DE ALBA HABLA SOBRE SU MATRIMONIO
Este es el tercer matrimonio para la aristócrata ?quien al ser hija única fue criada por su padre, el famoso Jacobo Fitz-James, duque de Alba, como una verdadera princesita, después de nacer rodeada de Goyas, Tizianos y Velásquez en el monumental palacio de Liria de Madrid. Casada anteriormente con el elegante Pedro Luis Martínez de Irujo, padre de sus seis hijos, de quien enviudó, y después con el ex sacerdote jesuita Jesús Aguirre y Ortiz de Zárate, con quien contrajo un matrimonio muy controvertido y fue criticado, pero que según ella la hizo “enormemente feliz”. Cuando enviudó por segunda vez a la muerte del exsacerdote, Cayetana de Alba siempre ha dicho que como buena católica que es, respeta el sacramento del matrimonio (“Soy católica y lo ejerzo, por eso me caso una tercera vez”), y por so cuando se enamoró de Alfonso deseó casarse con él como Dios manda.
Al ganar la batalla -después de repartir en vida su herencia a sus seis hijos, aunque ella queda con el usufructo de sus palacios y bienes hasta su muerte, y de que Alfonso renunciara a cualquier derecho a su fortuna como duque consorte viudo-, a la boda asistieron cuatro de sus hijos. Su hija Eugenia, la única mujer, ingresó el mismo día en una clínica de Madrid con varicela y no pudo asistir, y su hijo Jacobo tampoco fue al evento, pues la duquesa hizo unas declaraciones sobre su esposa Inka, unos días antes llamándola “mala y envidiosa” (de las que dijo haberse arrepentido, pero nunca llamó a su hijo ni a su nuera para disculparse).
Se rumora que unos comentarios de Inka (con quien se llevaba supuestamente muy bien) sobre su inconformidad con el reparto de la herencia y sobre Alfonso fue todo lo que necesitó la duquesa para atacarla en TV sin la menor discreción, creando antagonismo familiar. Es que Cayetana de Alba no es una mansa paloma ni la típica calmada señora de 85 años, sino una mujer tenaz como pocas, de armas tomar, con un historial de vida lleno de pasión y de amores. Habla cinco idiomas (español, francés, inglés, italiano y alemán), pasó parte de su niñez en Inglaterra, donde fue amiga de juegos de reina Isabel II y fue testigo de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial en Londres, ya que ella y su padre se habían mudado allí cuando estalló la Guerra Civil española. Y no solo es 14 veces Grande de España y, según el Libro Guinness de Récords Mundiales, es el miembro de la nobleza con más títulos en todo el mundo, es también una mujer coqueta, muy libre y espontánea, que enloquecía a los hombres que la conocían.
FOTOGALERÍA: CAYETANA REPARTE SU HERENCIA
Estuvo a punto de posar para Pablo Picasso cuando estaba casada con su Pedro Luis, pues el pintor le rogó que le dejara hacer una nueva versión de la Maja, de Goya, para la que posó (¡vestida y desnuda!) su antepasada Cayetana, anterior duquesa de Alba. A ella no le disgustó esa petición, pero su marido no se lo permitió. Días antes de la boda, Cayetana apareció desnuda en la portada de una revista, que sacó a relucir unas fotos tomadas en una playa de Ibiza cuando tenía 58 años, las que nunca se publicaron y estuvieron guardadas durante 28 años. Ahora se dice que la revista será demandada por los abogados de la casa de Alba, pero también se rumora que a la duquesa no le ha disgustado tanto que se vea el cuerpazo que tenía y que les preguntó a varias amigas si se veía bien.
¿Datos curiosos que pocos saben?
Los privilegios que sus títulos le confieren, ya que -¡por encima del propio rey de España!- posee “el derecho único entre los católicos de no tener que hacer una genuflexión ante el Papa”.
Ahora Cayetana y Alfonso (quien la llama “mi porcelana”) vivirán mayormente en el palacio de las Dueñas de Sevilla, ciudad que la duquesa adora y donde el pueblo la venera. El palacio es de los siglos XV y XVI y una de las principales casas históricas de Sevilla, repleta de divinos patios y obras de arte. ¡Y en una de las habitaciones del palacio, donde se quedó en los años 60, hay unas acuarelas pintadas por Jacqueline Kennedy! Su segunda residencia será el palacio de Liria de Madrid, donde todavía viven en distintos pabellones sus hija Eugenia y sus hijos Cayetano (quien en la boda se vio muy cariñoso con su ex Genoveva Casanova) y Fernando.
Para Cayetana de Alba “nunca es tarde para ser feliz” y “el matrimonio es para siempre, aunque hay que pensarlo bien antes”. Pero ella afirma estar segura de lo que ha hecho y espera que sea para muchos años.