Federico de Dinamarca y Mary Donaldson se conocieron el 16 de septiembre de 2000, en un bar llamado The Slip Inn, en Sídney, Australia, durante los Juegos Olímpicos del 2000. Según ella, comenzaron a hablar ¡y ya no pararon en toda la noche!
Fue una atracción y una simpatía que sorprendió́ a ambos, y después de esa primera noche volvieron a verse dos veces más antes de que el Príncipe de Dinamarca se marchara. Después él volvió́ a verla, pero su abuela, la Reina Madre enfermó, y Federico tuvo que irse y permanecer un largo tiempo sin salir de Dinamarca.
Sin embargo, la pareja seguía en contacto por carta (las que se enviaban eran muy románticas, por cierto), llamadas, e intercambios de fotos y regalos, especialmente discos de música que a ambos les gustaban. Según Mary “como hablamos tanto en tan poco tiempo, las palabras fueron muy importantes para unirnos y conocernos”.
Lo más curioso es que Federico —a quien llamaban el “Príncipe Turbo” por la dinámica vida de que llevaba— era visto en Dinamarca como una especie de estrella.
Las palabras fueron muy importantes para unirnos
En ese entonces, dicen que Mary era la que tenía miedo de que cuando la relación se hiciera pública se rompiera, y a ella le iba a resultar muy difícil volver a Australia y comenzar de nuevo lo que había sido su vida de antes.
Según todos, ella quería retrasar al máximo el que todos se enterara de la seriedad del asunto, y tenía verdadero horror de conocer a la reina Margarita, su futura suegra, quien no había hecho el menor esfuerzo por conocerla, aunque Mary y ella algunas veces coincidían y dormían no muy lejos la una de la otra en el enorme castillo danés.
Las inseguridades de Mary Donaldson frente a Federico de Dinamarca
Mary Donaldson temía que, si la Reina no aprobaba la relación entre ambos, le pidiera a Federico que renunciara al trono, algo que —según lo que posteriormente Mary ha dicho a la prensa—ella sabía que hubiera sido terrible. “El Príncipe estaba muy consciente de su responsabilidad hacia la corona”, ha dicho.
“Lo más curioso”, según comentó Mary después de la boda, “es que Federico me tranquilizó diciéndome que su madre estaba igual de nerviosa que yo”.
Mientras aprendía danés (uno de los idiomas europeos más difíciles del mundo) con un maestro privado, la Donaldson —una excelente estudiante— pasó meses preparándose para la entrevista, como quien tiene que pasar una tesis de grado.
Aprendió todo sobre el protocolo, sobre la historia de Dinamarca, sobre los antepasados de su futuro marido, y fue algo intenso que según ella la confundía muchas veces y la hacía olvidarse de todo. Pero finalmente ocurrió el primer encuentro con la Reina y fue bastante bien, y aunque no hubo un inmediato calor de suegra a nuera, existió una cordialidad que abrió el camino para que se anunciara el compromiso y después el matrimonio.
Dicen que la reina Margarita se dio cuenta de que allí no había otra solución, y no quiso presionar más a su hijo, quien siempre ha sido su favorito. Mary recuerda el momento de la presentación oficial como muy difícil para la pareja. “La prensa había creado unas expectativas exageradas, aunque cuando salimos al balcón del Castillo de Amalienborg, fue muy bello recibir los aplausos y vítores del pueblo”, recuerda.
“Creo firmemente en el destino”, ha dicho Mary Donaldson, quien conoció al príncipe Federico en los Juegos Olímpicos del 2000, y desde entonces, han protagonizado una bella historia de amor.