Antes de convertirse en una de las figuras más icónicas de la realeza británica, Lady Diana Spencer tuvo una vida profesional que pocos conocen. La amada “princesa del pueblo” no siempre vivió rodeada de lujo y protocolos reales. De hecho, Diana tuvo empleos bastante comunes antes de su matrimonio con el príncipe Carlos y su entrada en la familia real. Estos trabajos tempranos revelan mucho sobre su carácter, su ética de trabajo y su profundo amor por los niños, aspectos que definieron su vida y su legado.
Uno de los primeros empleos de Lady Di fue como niñera, una labor que realizó para ayudar a mantener a flote sus gastos mientras vivía en Londres. Diana trabajaba para la familia de una estadounidense, Mary Robertson, cuidando a su hijo Patrick. Robertson pagaba a Diana cinco dólares la hora y quedó impresionada por la dedicación y el cariño con el que la joven cuidaba de su pequeño.
Esta experiencia no solo mostró el lado maternal de Diana desde una edad temprana, sino que también la preparó para los desafíos de ser una figura pública cercana a los niños en sus futuros compromisos reales.
Diana también trabajó como asistente en el jardín de infancia Young England, en Pimlico, Londres. Su rol consistía en ayudar a los niños pequeños en sus actividades diarias, desde la hora de la siesta hasta las lecciones de arte y lectura. Lady Di amaba este trabajo, ya que le permitía estar en contacto con los niños y ser parte de su desarrollo temprano. Fue durante esta época cuando la prensa comenzó a prestarle atención, captando fotos de la joven Diana jugando con los niños en el patio de la escuela, imágenes que se convirtieron en símbolos de su calidez y bondad.
Aunque no se considera un trabajo formal, Diana también ayudaba en la casa de su hermana, Lady Sarah McCorquodale. La futura princesa solía realizar tareas de limpieza y organización para Sarah. Este papel mostró la disposición de Diana para trabajar duro y su enfoque pragmático ante la vida cotidiana. A pesar de haber nacido en una familia aristocrática, Diana no dudó en ensuciarse las manos, lo que la hizo más cercana y accesible para el público.
Diana también tenía un gran amor por el baile, especialmente por el ballet. Trabajó como asistente de profesora de danza para niños pequeños, ayudando en las clases y participando activamente en las actividades. Aunque nunca persiguió una carrera profesional en el ballet, esta experiencia marcó su conexión con las artes, algo que mantendría durante toda su vida, apoyando a numerosas organizaciones benéficas relacionadas con la danza y la música.
Además de sus trabajos con niños y en la educación, Diana también tuvo otros pequeños empleos. Trabajó en la tienda de regalos de su madre en Londres y ayudaba con las labores administrativas de la misma. Estos empleos, aunque menos conocidos, resaltan la naturaleza trabajadora y la humildad de Diana, cualidades que la hicieron destacar incluso antes de ser parte de la realeza.
Estas experiencias formativas no solo moldearon su vida antes de la fama, sino que también definieron su enfoque como princesa, llevando a cabo un legado de compasión y servicio que sigue inspirando a millones de personas en todo el mundo.