Raniero III fue coronado como regente del principado de Mónaco el 12 de abril de 1950, solamente tenía 26 años, pero se mantuvo al mando por 55 años y logró llevar a Mónaco al esplendor. Este es el origen de los Grimaldi, una familia con raíces mexicanas, y episodios cargados de controversia.
La historia de los Grimaldi, sin lugar a dudas, es una de las más apasionantes de la realeza europea, más que una dinastía es una saga familiar que nos ha mantenido pendientes de sus vidas, amores, desamores y trágicos desenlaces desde hace un siglo cuando un joven conde, con sangre mexicana, fue elegido para casarse con la hija ilegítima del entonces príncipe reinante.
La maldición de los Grimaldi
Cuenta la leyenda que Rainiero I de Mónaco (el tatarabuelo de Carolina, Estefanía y Alberto), el bisabuelo de Rainiero III tuvo una amante gitana que, al haber sido abandonada por éste, le lanzó una maldición: “Ningún Grimaldi va a ser feliz en su matrimonio, salvo que se case después de los 50 años”, y desde entonces los amores, las bodas y el luto se han entretejido bajo aquella maldición que parece cobrar más fuerza con cada generación.
El príncipe Luis II de Mónaco (abuelo de Rainiero) decidió no casarse, a principios del siglo XX seguía estando soltero y sin descendencia, un problema para Mónaco que se encontraba en la mira de Francia para pasar a formar parte de su territorio.
Fue así que en 1911 el príncipe Luis cambió las leyes en Mónaco para convertir a su hija ilegítima –de entonces 13 años– en heredera al trono. Charlotte Louise Juliette Grimaldi nació en 1898 en Argelia, fruto del romance entre el príncipe Luis II de Mónaco con la cantante Marie Juliette Louvet, quien ya tenía dos hijos de su matrimonio con el fotógrafo Achille Delmaet, de quien se divorció en 1893.
Fue tras su separación que para mantener a sus hijos Georges y Marghuerite comenzó a cantar en cabarets, en uno de éstos, ubicado en Montmartre, conoció al príncipe Luis II de Mónaco para después seguirlo hasta Argelia, mientras él servía para el regimiento francés y donde daría a luz a Charlotte.
Los primeros años de Charlotte transcurrieron lejos del principado, todo suponía que jamás se vería involucrada con la familia real; sin embargo, ante las presiones familiares, el príncipe Luis decidió adoptar a su propia hija, concediéndole su apellido y el título de duquesa de Valentinois, convirtiéndola en su heredera y en quien podría salvar a Mónaco, casándose y produciendo más herederos, asegurando la descendencia y continuidad del apellido Grimaldi.
Y fue así como gracias a su matrimonio dio al principado un heredero y se mezcló la sangre azul de los Grimaldi con la de un conde nacido en Francia con raíces mexicanas.
Un vínculo con México
En una gran cantidad de ocasiones se le escuchó decir al príncipe Rainiero “por mis venas corre tequila”, y tenía razón, su padre Pierre de Polignac, nacido dentro del seno de una aristocrática familia francesa, también descendía de una importante familia mexicana de abolengo: los de la Torre y Mier.
Pierre de Polignac, el padre del príncipe Rainiero III de Mónaco, era hijo del conde Maxence de Polignac y de la aristócrata mexicana Susana de la Torre y Mier. La relación entre los padres de Pierre se dio gracias a los viajes que Susana realizó a Europa durante su juventud, ésta había crecido en la opulencia, era hija de Isidoro de la Torre y Gil, un prominente hacendado originario del puerto de Santa María en Cádiz y de Luisa Mariana Mier y Celis, hija del considerado “Rothschild mexicano”. El hermano menor de Susana, Ignacio de la Torre y Mier, pasó a la historia como uno de los personajes más icónicos del porfiriato, gracias a su enlace matrimonial con Amada Díaz, hija del presidente Porfirio Díaz.
Así, Pierre de Polignac nació el 24 de octubre de 1895 en el Castillo de Kerscamp, en Francia. Su vida había transcurrido muy tranquila, perteneciendo a una notable familia en Francia, era descendiente directo de una de las damas de honor de la reina María Antonieta. Era guapo, elegante, educado y culto, contaba con todas las cualidades para ser el marido perfecto, o al menos eso fue lo que el príncipe Luis vio en él al momento de elegirlo para marido de su única hija y heredera.
Un matrimonio “arreglado”
La boda de Pierre y Charlotte se llevó a cabo en marzo de 1920, pero fue una unión desafortunada, la pareja no fue feliz. Eran muy distintos, él frecuentaba los círculos literarios e intelectuales de la época, mantenía una relación muy cercana –y hay quienes aseguran sentimental– con el escritor Marcel Proust, incluso se supo que Proust estalló en cólera al saber que Pierre se había dejado comprar por el príncipe de Mónaco para casarse con Charlotte.
Cuando la boda de Pierre con Charlotte se llevó a cabo, Susana de la Torre y Mier, madre del novio, ya había muerto. La condesa mexicana había fallecido siete años antes a los 53 años, pero sus raíces mexicanas se quedaron registradas en el árbol genealógico de Pierre y, posteriormente, de la familia Grimaldi. A pesar de no haber sido un matrimonio por amor, éste produjo dos hijos: Antoinette, nacida en 1920, y Rainiero, en 1923, este último se convirtió en heredero al trono y quien con los años convertiría a Mónaco en el destino turístico más exclusivo de la Costa Azul.
Separación anunciada
El divorcio de la pareja se anunció en 1933, el matrimonio había estado destinado al fracaso desde el primer día, a pesar de eso Pierre fue de gran apoyo para el príncipe Luis durante el tiempo que formó parte de la familia real, pero tras ser inevitable la separación Pierre fue tachado de persona ‘non grata’ por su suegro.
Pierre partió a París (regreso a Mónaco en 1949 cuando su hijo ascendió al trono) y Charlotte ya había abandonado a sus hijos para irse a vivir con un amante italiano, y no fue el único que tuvo, finalmente afincó su residencia en el Château de Marchais.
Cuando los padres de Rainiero de Mónaco se divorciaron, él tenía seis años y eso lo marcó para siempre, su infancia fue solitaria, recluido en internados lejos de sus padres y de las paredes del principado, era el heredero del estado independiente más pequeño del mundo enclavado en una roca a las orillas del Mediterráneo, creció sabiendo que un día se convertiría en el líder de su pequeña nación y murió un 6 de abril de 2005 a los 81 años sabiendo que había convertido a Mónaco en una gran nación.
Hace 18 años partió Raniero III. Si bien su historia está cargada de su propio melodrama (tras la trágica muerte de su amada esposa, Grace Kelly), no podíamos dejar de mencionar que desde su origen hubo episodios controversiales y que sus raíces están ligadas, en una mínima parte, a México.