Tras la muerte de Lady Di, la realeza británica no volvió a ser la misma y aquí te decimos por qué.
Después de que el 31 de agosto de 1997 se diera a conocer la muerte de Diana de Gales, ya nada fue igual para la Corona británica ni para el resto del mundo. En Inglaterra se suscitaron una serie de eventos que hicieron dudar de la honorabilidad de los representantes de la realeza de esa nación. Cuando la reina Isabel II se dirigió a los millones de ciudadanos británicos, aún consternados con la muerte de su nuera, las palabras que la monarca externó fueron las siguientes: “Quiero rendir tributo a un ser humano excepcional y talentoso. En los buenos y en los malos tiempos, nunca perdió su capacidad para sonreír y reír, ni tampoco para inspirar a otros con su cariño y amabilidad”. Sin embargo, las investigaciones sobre el caso en Francia y Reino Unido que determinaron que las causas del fastuoso accidente fue el estado de ebriedad que presentaba el conductor no dejaron satisfecho a Mohamed Al-Fayed, padre de Dodi Al-Fayed, quien fue pareja de Diana y murió en el mismo accidente que ella.
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(Foto: Getty Images)
Consecuencias de la muerte de Lady Di para la Corona británica
El millonario acusó directamente a la realeza, argumentando que su hijo resultaba una persona incómoda para la Corona, así que lo único que les quedaba era deshacerse de él y de la princesa. Por lo tanto, una de las consecuencias que dejó la muerte de Diana fue la sombra de la sospecha, porque los ingleses, que lamentaba el deceso de “la princesa del pueblo”, también armaron diversas especulaciones y teorías conspirativas sobre el hecho. También se suscitó una percepción de fragilidad por parte de la monarquía, ya que ésta no se veía, por primera vez en mucho tiempo, como infranqueable ante sus súbditos; una realeza que siempre evitó mostrar “debilidades” en público se veía vulnerable tras la partida de uno de sus personajes más queridos.
Estos dos aspectos mostraron facetas distintas de la Corona, ya que por un lado los veían como humanos que también sienten y viven un luto, pero en la otra cara de la moneda quedaba la sospecha de una conspiración para perpetrar un cruel homicidio, lo que demuestra que después de la muerte de la princesa Diana, el reinado de Isabel II no volvió a ser el mismo.
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