Basta con voltear al caso del príncipe William y Kate Middleton; o al de Harry y Meghan Markle para darnos cuenta de que en la actualidad se han abolido varias reglas que solían regir a los principios del cortejo, ya que en el pasado resultaba inimaginable que una plebeya pudiera adscribirse al reino solo por amor.
Sin embargo, para llegar al panorama actual de lo que está permitido y no en los romances reales, vale la pena echar una mirada atrás respecto a la estructura que el cortejo debía seguir en la antigüedad para dar paso a un nuevo matrimonio dentro de la realeza.
Afortunadamente para las interesadas en conocer este tipo de protocolos, existen diferentes ficciones victorianas que se han encargado de retratar tanto en libros como en las pantallas, los problemas que aquejaban a las relaciones de los royals de antaño. Bridgerton, serie de Netflix, es el claro ejemplo.
El amor representaba un negocio para la realeza
En el pasado, enamorarse representaba entrar a un “mercado de matrimonios”, de esta manera, los mejores postores en el negocio del amor aristócrata debían de presentarse en los llamados bailes de la “Temporada de Londres”, llevada a cabo entre invierno y la primavera, cuando el Parlamento se encontraba reunido en Londres.
En estas reuniones, los miembros solteros más codiciados de la época podían convivir entre ellos y encontrar entre todos ellos a quien quisieran desposar por conveniencia, y, en el mejor de los casos, por amor.
Los royals se casaban jóvenes
Otra variable cuyo cambio ha sido muy notorio, es la edad en la que los royals se desposan, ya que, anteriormente era muy común que cuando las mujeres tenían 24 años y los hombres 26 se efectuaran los matrimonios. Esto evidente ha cambiado.
Por ejemplo, Kate Middleton y el príncipe William se casaron cuando tenían 29 y 28 años, respectivamente.
Tenía que existir igualdad de estatus
En el pasado, era inimaginable que alguien de un diferente estatus social o sin títulos reales pudiera relacionarse con los representantes de la monarquía. Por el contrario, la regla de celebrar los matrimonios entre iguales llevó a que muchos de los royals crecieran su árbol genealógico entre parientes, lo cual a su vez generó varios extraños padecimientos genéticos entre las generaciones de royals venideras.
Estas y otras reglas como la selección de regalos apropiados, evitar el escándalo durante el noviazgo y negociar entre familias los estrictos términos del matrimonio, son solo algunas de las variables que han cambiado con el paso de los años en el amor royal, tal y como se puede ver en el desarrollo de Bridgerton.