Habla la primera novia del príncipe Felipe de España
Después de haber escrito su controvertido libro autobiográfico Por ti lo haría mil veces (Ediciones Martínez Roca), Isabel Sartorius, la muy guapa primera novia del príncipe Felipe de España, quizás pueda comenzar un nuevo capítulo en su vida, ¡pero uno más feliz y libre de secretos! La hija del muy aristocrático Vicente Sartorius, marqués de Mariño, y de la bella argentina de origen español Isabel Zorraquín, durante dos décadas ha vivido rodeada de rumores y de chismes, que aunque a veces eran dichos en voz baja, han sido siempre al rojo vivo.
Todo comenzó cuando Isabel conoció en una fiesta madrileña al príncipe Felipe e iniciaron un mediático romance que duró tres años, y que un buen día, sin explicaciones y sin que realmente se supiera por qué, se rompió en medio del mayor misterio. Ya entonces se decía que había sido la reina Sofía quien se había opuesto al noviazgo “porque la madre de la novia era divorciada y una señora de muy mala reputación”. Después de roto el romance, comenzaron rumores aun más escandalosos cuando Isabel -quien se había ido a vivir a Londres- al poco tiempo dio a luz a una niña llamada Mencía, supuestamente hija de Javier Soto Fitz-James Stuart, un guapo aristócrata amigo del príncipe Felipe. ¡Qué no se dijo en esa época! Pero para Isabel -muy discreta y quien sigue teniendo una gran amistad con su exnovio y con su esposa Letizia, princesa de Asturias- todas las especulaciones deben terminar con la publicación de este libro, que llama “una declaración de amor a mi madre”.
“Escríbelo, Isabel, escríbelo”, le decía su madre, una mujer que Isabel adoraba “hasta hacer por ella lo que me pidiera” y quien murió en el 2009, a los 69 años de edad, después de luchar contra la depresión y una profunda adicción a la cocaína. Isabel Zorraquín murió mientras dormía, sola, en su apartamento de Buenos Aires, y para Isabel -la mayor de sus tres hijos- fue espantoso. Además, Vicente Sartorius -vuelto a casar con la princesa Nora de Liechtenstein- había muerto siete años antes, por lo que Isabel, Cecilia y Luis quedaron huérfanos muy jóvenes.
Al divorciarse del marqués de Mariño, cuando Isabel tenía apenas 8 años, Isabel Zorraquín se mudó a Lima, ya que se casó con el famoso político peruano Manuel Ulloa, quien -según el libro, aunque Isabel prefiere no culpar a nadie de nada- era “un maltratador” que la inició en un estilo de vida donde la cocaína se consumía sin tapujos, y su madre comenzó a usarla.
Isabel Sartorius cursó allí sus estudios secundarios y se convirtió en la protectora de su madre. Los roles se cambiaron (¡los capítulos sobre esos años son durísimos!) e Isabel, apenas una adolescente, trataba de cuidar lo más posible a su madre, quien era una mujer frágil y, aunque cariñosísima con sus hijos, era incapaz de protegerlos como tendría que haberlo hecho. Isabel se liberó de aquello estudiando más tarde en la Universidad de Georgetown, preparándose con un máster en Relaciones Internacionales, y con el tiempo volvió con sus hermanos a Madrid, donde en 1990 su madre ya vivía de nuevo. A los 25 años y con unas experiencias de vida que normalmente no tienen las chicas de esa edad, ¡se enamoró locamente del príncipe Felipe!
Ella lo llama “el príncipe azul” y “un auténtico flechazo”. Este capítulo del libro es muy bello, porque Isabel lo cuenta todo con gran sinceridad. “Esa misma noche empecé a quererlo. Recuerdo como si fuera ayer esa mirada: tiene un poder especial. Te mira y entiende quién eres. Esa noche fue muy bonita”. Isabel afirma que nunca le había pasado algo así y Felipe, al instante, le inspiró confianza, agregando que “fue la primera vez en toda mi vida que yo sentí lo que es el amor incondicional por parte de alguien”.
¿Se imaginan qué feliz se sentiría la joven al encontrar a un hombre que la quería, la escuchaba, y a quien le podía contar todo, incluyendo los problemas con su madre? Esta historia de amor hubiera tenido un final feliz, porque Felipe también estaba loco con la preciosa rubia que le caía de maravilla a todos y en el palacio de la Zarzuela, el hogar de los Borbón, era bienvenida. Isabel dice que eran buenísimos con ella y la trataban como de la familia, y allí se reunían a menudo para ver películas, cenar y pasarla bien. Pero un buen día, tres años más tarde, todo se terminó. Cuando eran novios, Felipe sabía de los problemas de codependencia de Isabel con su madre, pues la chica vivía preocupada por ella. Felipe le daba “mucha paz y me apoyaba muchísimo”. Era su roca y la propia reina Sofía en una ocasión le preguntó con cariño cómo estaba su madre. Ulloa se había divorciado de Isabel Zorraquín y estaba casado desde 1987 con la princesa Elizabeth de Yugoslavia, prima de la reina Sofía.
La madre de Isabel sufría enormemente porque seguía enamorada de Ulloa. “Sufría por amor, estaba absolutamente enamorada”. Cuando la familia vivía en Perú, su madre “encontró refugio en el infierno”. De él intentó salir, pero no pudo y “aquellas vivencias le rompieron la moral... y recurría a la droga”. Isabel cuenta que en algunas ocasiones, viviendo en Perú, fue a comprarle cocaína a su madre, que estaba desesperada. De ahí el título del libro Por ti lo haría mil veces, pues la joven, desde los 13 años, había dejado de pensar en ella y en su felicidad para dedicarse a ayudar a su madre. Un trastorno emocional, del que aún intenta recuperarse”. Según ella, la vida de un codependiente emocional “es controlada por otra persona... Mi madre ha sido el eje de mi vida. Estábamos tan unidas, la quería y me preocupaba tanto, que me até a ella. Luego, esa unión tan intensa nos enredó por completo y dejó en mí la semilla de un trastorno que marcaría mi futuro”. Un problema que ocurre a muchos hijos que se convierten en “padres de sus padres” y que Isabel desea traer a la palestra con este libro. Y lo que nadie sabía es que todo eso fue un problema que poco a poco la fue destruyendo emocionalmente, dejándola demasiado agobiada para enfrentar el hecho de ser la novia de Felipe y la próxima reina de España.
El príncipe conocía a Isabel Zorraquín y sentía por ella “mucha ternura... No la juzgó jamás”. Pero aunque habían pasado juntos más de dos años, para Isabel llevar esa relación, mano a mano con sus problemas familiares, era imposible. “No soy digna”, pensaba. “Cuando llevas tanto tiempo viviendo en un ambiente de mentiras, de drogas y de estrés hay una parte de ti que se siente sucia”.
En medio de aquello su mamá tuvo que ingresar de nuevo en una clínica de desintoxicación en Madrid y los problemas -incluso económicos- de la familia eran enormes. Llegó el momento en que no podían pagar ni el teléfono y hasta perdieron la casa donde vivían. Para Isabel llevar un noviazgo como manda el protocolo real y la vida organizada de la Zarzuela era imposible. Y así terminó la relación.
Poco después, quizás como revancha emocional ante sí misma, Isabel conoció a Javier Soto Fitz-James Stuart (hijo de Mencía, marquesa del Valle de la Paloma y sobrino segundo de la duquesa de Alba), con quien inició una relación muy intensa y pasional de la que habla en el libro. Y estando con él en París quedó embarazada, justo al comienzo del romance. Su hija Mencía nació en 1997.
Isabel, que había estado en Londres durante su embarazo, donde Javier también vivía, fue madre soltera. Cuando presentó a su hija al salir del hospital estaba sola y anunció su separación de Soto diciendo palabras que dieron mucho de qué hablar: “Ninguno de los dos hemos podido afrontar y superar una situación tan forzada”. Sea como sea, Isabel ahora despeja las especulaciones sobre la paternidad de su hija. “Nosotros sabíamos la verdad de nuestra hija y la dijimos, con eso bastaba”, explica.
Después de pasar una fuerte depresión posparto, Isabel comenzó a recomponer su vida en Madrid. Es relacionista pública, diseña bolsos y cuida a su hija, pero le esperaban dos golpes más: la muerte de su padre en el 2002, con quien tenía una gran relación, igual que con su madrastra Nora de Liechtenstein, y siete años más tarde la muerte de su madre. Pero el amor por su hija, y la presencia de amigos y familiares la ayudaron, y hoy día Isabel trabaja como colaboradora en un programa de TV, ha perdido peso (la ansiedad de la codependencia la hacía engordar), luce estupenda y parece ser una mujer feliz. Según ella, la razón para escribir el libro (para el que no ha pedido permiso al príncipe por contar su vida junto a él, como se había dicho) “es para ayudar a otros que padezcan de codependencia... Este libro habla de mi experiencia. Y si sale ahora es solo porque desde que murió mi madre he podido reunir las fuerzas necesarias para escribirlo”.
Curiosamente, Felipe le comunicó a Isabel -una hora antes de hacerlo y por mensaje de texto- que iba a anunciar su compromiso con Letizia. Así de unida es la relación que todavía tiene con su exnovio, quien la llama “Isa”. Una semana más tarde, él la invitó a la Zarzuela para que ambas mujeres se conocieran. Isabel explica que Letizia es “un huracán, sin dobleces, auténtica, pura energía. Somos amigas. Me podía haber caído mal o yo a ella, pero no fue así. Nos llevamos muy bien”.