Aunque la realeza británica se caracteriza por su gran organización, lo cual vimos evidenciado cuando murió Isabel II, las cosas no siempre fueron así, pues en el pasado, su tatarabuela, la reina Victoria de Inglaterra, no corrió con la misma suerte en su funeral.
Victoria murió un 22 de enero de 1901 a los 81 años de edad, rodeada de sus familiares, sin embargo, su funeral se realizó días después, hasta el 2 de febrero.
Mientras se daba el fallecimiento de la monarca, los cortesanos y funcionarios de la realeza británica estaban un tanto consternados, pues no sabían cómo proceder, por lo que acudieron a retratos y a buscar toda la información posible sobre lo que se había hecho cuando murieron Jorge IV y Guillermo IV. Pues hasta ese momento, ya habían pasado más de 60 años desde la muerte de un soberano de la corona y no se sabía cómo actuar en esos casos.
En ese entonces, el hijo de Victoria, Eduardo, fue el que anunció de manera pública su deceso, por lo que los correos y periódicos eran un caos. Mientras que su nieto, el káiser Guillermo II, intentó poner las cosas en orden.
La reina Victoria había pedido no ser embalsamada, así que tuvieron que encargar un ataúd a la mayor brevedad posible. No obstante, al llegar el empleado de la funeraria se descubrió que no había traído consigo el féretro que esperaban, ya que, según sus propias palabras, él mismo habría de tomarle las medidas a la reina recién fallecida, recoge Vanity Fair. Ante esto, el káiser regañó al empleado, por lo que él mismo tomó las medidas para el féretro de Victoria.
Pero, de manera fortuita, la misma monarca había escrito años atrás unas instrucciones para su funeral, pedía que fuera de Estado y con honores militares, además de traer puesto un vestido blanco y su velo de novia. Lo cual es curioso si tomamos en cuenta que vistió de negro durante 40 años.
También solicitó que varios recuerdos fueran depositados en su ataúd, mientras que el recorrido de la carroza que llevaba su cuerpo fue muy accidentado, ya que los caballos se soltaron y más de 100 guardias tuvieron que arrastrar el féretro hasta la Capilla, por medio de cuerdas.
Con estos antecedentes, podemos deducir que muy probablemente se haya creado la operación London Bridge, para saber cómo actuar y el protocolo a seguir en caso de muerte de un monarca. Además de evitar contratiempos y accidentes, como los que tuvo el funeral de la reina Victoria.
También, con esta famosa operación, se marcó una pauta muy minuciosa, de cada uno de los pasos a seguir por el deceso de Su Majestad, previendo así cualquier inconveniente que pudiese pasar.