Perteneciente a la Casa de Wittelsbach, Sissi fue una de las royals que más enigmas esconde en su biografía, ya que su obsesión por su belleza, su sexualidad e incluso el momento de su muerte resultaron momentos en su vida realmente sorprendentes.
Para comprender todos los misterios de Isabel de Baviera tenemos que conocer algunas de las variables esenciales de su trayectoria, como: su proveniencia de Austria; el hecho de que fue hija de Maximiliano de Baviera y de la princesa real Ludovica de Baviera; y su matrimonio con Francisco José I de Austria, el cual la convirtió en la reina consorte de Hungría.
Igualmente, cabe destacar que los sucesos en la vida de Sissi fueron tan interesantes que incluso fueron llevados a la pantalla grande por directores, como Ernst Marischka, Romy Schneider y Vanessa Wagner.
El asesinato de Sissi, el épitome de su trágica vida
Varios fueron los tristes sucesos que matizaron los años de Isabel de Austria. Por ejemplo, el desarrollo de trastornos como la vigorexia, el imposible amor que llegó a sentir por algunas damas de su corte y finalmente el asesinato de su único hijo, hecho que fue titulado en la historia bajo el nombre del “crímen de Mayerling”.
Sin embargo, el punto culminante de las tragedias de Sissi fue representado por su asesinato, sucedido el 10 de septiembre de 1898, y fue llevado a cabo a manos de un anarquista italiano, Luigi Lucheni, quien inicialmente no tenía a la emperatriz como blanco principal de ataque, sino más bien a el príncipe Enrique Felipe de Orleans.
El criminal tomó como segunda opción de víctima a Isabel, al enterarse de que el príncipe francés había cancelado su viaje y no estaría en el lugar donde se supondría habría sucedido el ataque original. Sin embargo, fue el odio en contra de las instituciones reales el móvil que llevó a Lucheni a actuar en contra de cualquier royal que se interpusiera en su camino, siendo Sissi la persona de esta categoría más cercana a él.
Los hechos sucedieron mientras la emperatriz protagonista de esta historia paseaba por el lago Lemán de Ginebra con una de sus damas de compañía, la condesa húngara Irma Sztaray, cuando de repente fue embestida por el italiano, quien utilizó un estilete como arma para rasgar el corazón de Sissi.
Finalmente, cuando sus damas se dieron cuenta del desfallecimiento de la emperatriz ya era demasiado tarde para hacer algo por ella, ya que la pérdida sangre, además de haber manchado su bello vestido, ya le había ocasionado un taponamiento cardíaco que desembocó en un trágico deceso y en el posterior entierro de la royal en la Cripta Imperial en la iglesia de los Capuchinos, junto al sepulcro de su hijo asesinado, con quien descansará el resto de la eternidad.