Entérate dónde mandaba a hacer sus vajillas este emperador francés y cuánto las cuidaba
Napoleón adoraba las vajillas, las mandaba a hacer de porcelana de Sèvres, y las llevaba a sus batallas.
Cuando vivió su primer exilio en Elba, el gobierno de la Primera Restauración envió a las fábricas de porcelana 72 de sus platos para que quitaran los símbolos napoleónicos e imprimieran el monograma del rey Luis XVIII. Pero cuando Napoleón regresó al poder por 100 días, recuperó 60 platos que no habían sido cambiados.
En 1815 pudo llevarlos a su exilio final en la isla de Santa Elena, y usaba su vajilla de Sevrès para comer, casi siempre solo.
Al morir, aunque en su testamento la dejó a su hijo ?quien vivía en Viena con su madre, la emperatriz María Luisa?, los platos pasaron a distintas manos.
Algunos están ahora en el museo del Louvre y otros se encuentran en el Museo Napoleónico de la ciudad de Fontainebleau, en Francia.