La futura princesa de Mónaco asegura que su matrimonio será la culminación de la historia que ha vivido
Junio 07, 2011
Charlene Wittstock, el próximo 2 de julio, le dará el “sí, quiero” al príncipe Alberto ante la mirada de millones de personas que volverán los ojos hacia Mónaco para no perderse uno de los acontecimientos más felices e históricos de los últimos años.
La ceremonia será al aire libre y no en la catedral de Mónaco como hicieron el príncipe Raniero y Grace de Mónaco, ya que la futura princesa es una gran amante de la naturaleza.
“Me encanta estar al aire libre y me siento muy a gusto en Roc Agel (la antigua residencia de verano de los Grimaldi, donde vivieron sus momentos más felices, y a la que se trasladó tras anunciar su compromiso)”, admite Charlene en una reciente entrevista concedida al diario Nice Matin.
A su lado está Alberto de Mónaco, quien no tiene ninguna duda de que Charlene sabrá desempeñar su labor correctamente.
“Es una persona que ha forjado su personalidad a partir de los valores de un deporte -la natación- que tanto admiro. Y su origen sudafricano ha alimentado su gran generosidad, solidaridad y humanidad”.
Y añade: “Al igual que Charlene, vivo esto con calma. Todo el mundo piensa que el matrimonio es una competición, pero esto no es un concurso. Es verdad que todo se acelera. Hay un montón de detalles, la logística, pero todo ocurre en paz y no hay razón para estar nervioso”.
La ex nadadora sudafricana afronta con ilusión su nueva vida como princesa. “Es un momento muy emocionante para mí. Creo que cualquier mujer que tiene la suerte de ser amada por el hombre al que ama vive un cuento de hadas. El matrimonio es la culminación de este cuento de hadas”, confiesa Charlene, que tras su boda recibirá el tratamiento de Su Alteza Serenísima la princesa Charlene.