Este 23 de enero, la princesa Carolina de Mónaco se encuentra de manteles largos por su cumpleaños número 68. Y si bien desconocemos cómo es que celebrará esta fecha tan especial, si hay algo que no cabe duda es de la enorme influencia y popularidad que tiene dentro del principado monegasco.
A sus 68 años de vida, y pese a no ser la máxima autoridad de la Casa Grimaldi, Carolina sigue siendo la figura más relevante del principado de Mónaco, incluso, por encima de su cuñada, la princesa Charlène, quien sí tiene el trato de Alteza Serenísima por su matrimonio con el príncipe Alberto II de Mónaco.
Su papel como embajadora cultural y social, heredado de su madre, la fallecida princesa Grace, y su habilidad para mantener el equilibrio en la familia Grimaldi, consolidan a Carolina como la gran dama de Mónaco pese a no serlo ‘de facto’.
Incluso, el príncipe Alberto ha reconocido públicamente la sensatez y brillantez de su hermana mayor, admitiendo que acude a ella en momentos cruciales para que le aconseje. Mientras Charlène apuesta por los eventos deportivos, Carolina domina la escena cultural: preside la Fundación Príncipe Pierre, la Orquesta Filarmónica y el Baile de la Rosa, instituciones clave para la identidad del Principado.
¿Cómo es la relación entre Carolina de Mónaco y la princesa Charlène?
Aunque públicamente jamás lo han admitido, la tensa relación que existe entre Carolina y Charlène es un secreto a voces. Desde que la exnadadora regresó al principado tras sus problemas de salud, las apariciones conjuntas son diplomáticas, pero la rivalidad y lucha por el protagonismo entre ellas sigue latente. Carolina ha sabido mantener su posición, mientras que su cuñada parece cómoda en un papel más secundario.
Además, Carolina ha preparado a su hija mayor, Carlota Casiraghi, para tomar el relevo en la esfera cultural. En 2024, Carlota fue reconocida como Caballero de las Artes por su labor en los Encuentros Filosóficos de Mónaco, consolidando la continuidad del legado Grimaldi en las artes. En tanto que Charlène, por su parte, no parece interesada ni dispuesta a ocupar este espacio.
Con una salud impecable y una agenda activa, Carolina continúa como la gran dama de Mónaco, dejando claro que su influencia no se ha debilitado ni un ápice. Su legado, a través de Carlota, asegura que el papel cultural de los Grimaldi seguirá vivo, lejos del alcance de Charlène.