Una infancia solitaria
Los príncipes Grace y Rainiero de Mónaco estaban con frecuencia ausentes de sus vidas, en viajes oficiales y grandes fiestas; la mayor parte del tiempo los niños permanecían solos con Wood.
“Era muy triste ver tan poco a nuestros padres, pero la nanny era tan buena con nosotros que nos hacía todo más llevadero. Tanto Alberto como yo hubiéramos querido que ellos participaran más en nuestras vidas”, indicó la princesa. Y esa soledad y apatía fue la razón por la cual Carolina trató de ser totalmente diferente con sus hijos. ¡Por eso adora a sus nietos y es la abuela más cariñosa del mundo! “Estábamos más unidos a nuestra cuidadora que a nuestros padres”, dice. “Mi madre y yo tuvimos una relación muy distante y poco compenetrada durante muchos años, porque ella y mi padre viajaban mucho, además que ni a mi hermano ni a mí nos permitieron comer con ellos en la mesa del comedor hasta que cumplimos 14 años. Esto no nos pareció raro porque fue así desde pequeños, pero cuando fuimos creciendo comprendí que era algo muy extraño, pues mis amigas siempre comían con sus padres y conversaban con ellos”.
De raíces fuertes
Carolina, de 61 años, princesa de Mónaco y todavía princesa de Hanóver (pues nunca se ha divorciado del príncipe Ernesto de Hanóver, de quien se separó en 2008), y quien fue abuela por séptima vez cuando Carlota dio a luz, es la hija mayor de quien fuera la famosa actriz de Hollywood Grace Kelly, ganadora de un Oscar y considerada una de las mujeres más bellas del siglo XX, y del príncipe Rainiero de Mónaco.
Aires de grandeza
Curiosamente, cuando Grace Kelly (de familia rica de Filadelfia, pero sin ningún lazo con la aristocracia) se casó a los 26 años con Rainiero en 1956 (al poquísimo tiempo de conocerlo y habiéndolo visto menos de una docena de veces) le fascinó ser royal, y como Princesa Serenísima de Mónaco le gustaba mucho recibir reverencias y compartir su vida rodeada de protocolo mientras socializaba con los monarcas de Europa.
“Era como si ella fuera la aristócrata y Rainiero un plebeyo que se casó con ella”, comentó una periodista parisina que los conocía desde los comienzos. “A Grace, aunque era muy americana en muchas cosas, todo lo que significara ‘realeza’ le encantaba y crió a los niños con muy poca influencia estadounidense, aunque eventualmente sus tres hijos llegaron a hablar inglés con acento americano y se sentían muy felices cuando visitaban a sus familiares allá y hacían barbacoas en el patio de la casa”.
Tras la tragedia
Cuando en septiembre de 1982 Grace murió en un accidente de auto, al regresar a palacio desde su finca de fin de semana en las montañas cercanas a Mónaco, iba con la muy rebelde Estefanía, de 17 años, la cual se había ‘enamorado’ de Paul Belmondo, hijo del actor Jean-Paul Belmondo, quien no era del agrado de su madre.
Luego se dijo que cuando ocurrió el accidente (supuestamente provocado por un derrame cerebral sufrido por Grace, que le hizo perder el control) y el coche se salió en una curva de la carretera y saltó al vacío, madre e hija iban discutiendo y era Estefanía la que conducía, lo que nunca ha sido confirmado. Irónicamente, en su filme To Catch a Thief junto a Cary Grant, de 1955, en una escena Kelly conduce un auto por la misma curva donde tuvo lugar el percance y dice: “¿Ha visto algo más lindo en su vida! ¡Es el lugar más bello de la Tierra”. ¡Increíbles giros del destino!
Otra desgracia
La tragedia volvió a romper la felicidad de Carolina, pues tras siete años de un feliz matrimonio y del nacimiento de sus tres hijos (Andrea, hoy de 34 años, Carlota de 32, y Pierre, de 31), Casiraghi murió en un accidente con un barco de motor en las aguas de Mónaco en 1990. Tenía apenas 30 años. En 1999, la princesa (embarazada de cuatro meses de su hija, Alexandra) contrajo nupcias con el millonario príncipe Ernesto de Hanóver (¡que estaba casado con una de sus mejores amigas!) y quien es primo lejano de Carlos de Inglaterra. El matrimonio fue un desastre porque él, ahora de 64 años, es alcohólico, y se separaron en 2008, aunque siguen legalmente casados.
A pesar de la crianza fría, los tres hijos de Grace y Rainiero siguen el legado de sus padres, haciendo obras de caridad a través de la Fundación Princesa Grace.