Opulencia desmedida
Los duques no tuvieron reparo alguno al momento de utilizar los aviones de la Real Fuerza Aérea Británica para sus ostentosas necesidades, lo que multiplicó el costo del transporte, y es que exigieron horarios a su medida en lugar de adaptarse a los itinerarios de British Airways, aerolínea que usan los integrantes de la corona. Así, estelarizaron el vuelo más costoso de la historia: 13 millones de dólares, en comparación con los 140 mil dólares que William y Kate invirtieron en aviones comerciales durante su expedición a India en 2016.
Y el séquito de Carlos y Camilla en esta ocasión fue el doble del que suelen llevar a los viajes oficiales, pues se rodearon de buenos amigos que aunque forman parte del gobierno, su presencia era innecesaria. Los gastos derivados de hoteles y comidas rondaron los 475 mil dólares, mismos que fueron cubiertos por la casa real ¡con los impuestos que paga el pueblo!
Caprichos millonarios
Sus recorridos a bordo del Tren Real también son criticados. A Carlos no sólo le fascina, se siente “muy relajado” allí, ya que puede jugar cartas con su esposa o leer un buen libro. En el último año la pareja lo usó siete veces y generó un gasto de 26 mil dólares por viaje, que bien pudo hacer en auto o en un vuelo comercial. En contraste, la reina Isabel II sólo lo utilizó en dos ocasiones.
El origen de su riqueza
Pero ¿de qué manera logran los duques cubrir los derroches producto de sus excentricidades? Carlos y Camilla reciben una enorme cantidad de dinero del rico ducado de Cornualles, heredado por el príncipe años atrás, el cual cubre los gastos privados de los príncipes William y Harry, y de sus esposas e hijos. Esto incluye (y aquí tenemos otra fuente de críticas del pueblo británico) ¡el vestuario de Kate y Meghan! Tan sólo de marzo de 2017 al mismo mes de 2018, el príncipe recibió 28.6 millones de dólares, correspondientes a ganancias del ducado y otros negocios, de los cuales destinó sólo unos cuantos miles a obras de caridad para cumplir con las cuotas derivadas de su lujoso estilo de vida, que incluye dos enormes casas de campo privadas. ¿Y los gastos producto de su vivienda en Clarence House? Son cortesía de la Casa Real británica. Por si esto fuera poco, todo lo relacionado con el servicio a la corona, como viajes y actos oficiales, no los cubre Carlos, sino que salen del presupuesto de la reina Isabel II.