El príncipe Felipe ha sido educado a lo largo de vida para asumir el futuro que se le presenta el 21 de julio
Pese a la polémica, todos los partidos del país han coincidido en destacar el papel “estabilizador” del rey para la agitada realidad política belga. Su papel a la hora de nombrar a los distintos formadores de gobierno ha sido clave, tal y como se vio en la última gran crisis que dejó al país sin Ejecutivo durante más de un año y medio. Tan solo algunos partidos flamencos piden un cambio de estatuto para el rey y que Felipe pase a ser el cabeza de una familia real meramente “protocolaria”.
Alberto II es el tercer jefe de Estado de las monarquías mundiales que este año anuncia su abdicación después de la reina Beatriz de Holanda, el 28 de enero, y el Emir de Qatar, el 25 de junio. El primer ministro de Bélgica, Elio Di Rupo, afirmó que el rey “se va con mucha dignidad”, después de que el monarca haya aludido a su salud y a su edad, 79 años, para justificar su decisión.
ALBERTO II, REY POR SORPRESA
Alberto II nació el 6 de junio de 1934 en el castillo de Stuyvenberg, Bruselas. Hijo de Leopoldo III, perdió a su madre, Astrid, cuando apenas tiene un año de edad. La reina falleció en un accidente de coche en Suiza.
El príncipe de Lieja fue educado a la sombra de su hermano Balduino y disfrutó en su juventud de la condición de no ser el heredero.
Sin embargo, en 1993 Alberto tuvo que asumir inesperadamente el trono. La muerte sorprendió a Balduino en España, donde el monarca y su esposa Fabiola se encontraban veraneando en Motril, Granada. El estupor en Bélgica fue enorme. Alberto II, sin planes en firme de ser algún día el rey, acabó siendo el nuevo jefe de Estado dado que el rey y su esposa Fabiola no consiguieron nunca tener descendencia.
Alberto II se convirtió así en el sexto rey de los belgas, teniendo junto a él a la princesa de Lieja, la bella Paola Ruffo di Calabria, una noble italiana que ha demostrado todos estos años estar a su lado “en lo bueno y en lo malo”.
Estuvieron distanciados por más de una década, tras el enamoramiento y el flechazo que sintieron en Roma y los primeros años de matrimonio, y respecto a ambos hubo rumores de infidelidad, de nuevo de actualidad por la reaparición de la supuesta hija ilegítima del rey, Delphine Boël.
Alberto y Paola han conseguido reencontrar la estabilidad y felicidad en su vida en común con el paso del tiempo.
Paola ha sido siempre un gran apoyo para el monarca y lo acompaña en las funciones de rey, aun pese a que la Constitución belga no contempla a una reina ni le asigna funciones específicas. Paola siempre se ha mostrado dedicada a la educación de sus hijos al tiempo que no ha dejado de acompañar en la gran mayoría de ocasiones al rey en las visitadas oficiales o viajes de estado. Paola, con su cercanía innata, quizá por su ascendencia mediterránea, ha sido un as en la manga de Alberto II a la hora acercarse al pueblo en las distancias cortas y en las intervenciones oficiales.
FELIPE Y MATILDE, LOS FUTUROS REYES
El príncipe Felipe de Bélgica ha recibido desde su nacimiento el tratamiento de heredero y ha sido educado a lo largo de su infancia y juventud para asumir el futuro que se le presenta ya el próximo 21 de julio.
Felipe nació en el castillo de Belvedere de Bruselas el 15 de abril de 1960, por lo que asumirá la corona el próximo 21 de julio con 53 años. Estudió en Oxford y Standford y habla perfectamente inglés, francés, flamenco y alemán.
Se casó con la aristócrata belga Mathilde d’Udekem d’Acoz el 4 de diciembre de 1999. Matilde es 13 años menos que su marido y será la primera reina belga nacida en Bélgica, una paradoja curiosa.
El matrimonio tiene cuatro hijos: la princesa Elisabeth, nacida en 2001, que desde el 21 de julio será la heredera, y los príncipes Gabriel (2003), Emmanuel (2005) y la princesa Eleonor (2008).
La princesa Matilde, licenciada en Logopedia, es fiel compañera del príncipe en su tarea diaria y lo acompaña en la mayoría de misiones comerciales organizadas por el ministerio de Asuntos
Exteriores.
Su matrimonio fue puesto en duda este año por la publicación del libro Questione Royale, del periodista Frederic Deborsu, quien dejaba entrever que se trató de un enlace de conveniencia.
Por contra, la biografía “La princesa Matilde, sus primeros 40 años”, publicado también recientemente y resultado de un amplio trabajo de investigación en el entorno de la pareja realizado por la periodista especializada Brigitte Balfoort, deja claro que la pareja se casó por amor. En mayo pasado el heredero declaró el amor a su princesa en una entrega de premios.
ELISABETH, LA PRINCESA HEREDERA
Hasta la asunción en común de la corona y la preparación para ello, el mayor reto de Felipe y Matilde ha sido sin duda la educación de quien algún día será reina de Bélgica, la princesa Elisabeth, la mayor de los hijos del matrimonio. Con apenas once años ya cumple algunas labores oficiales. Como su madre, llama la atención por su dulzura y su discreto encanto con el vestuario.
La pequeña Elisabeth ha mostrado en los últimos meses su interés por la ciencia y se ha estrenado en labores protocolarias inaugurando una exposición junto a su madre sobre una estación Polar.
Para dar algo de color a la gris Bélgica, Matilde llena de color el armario de la heredera.
Elisabeth forma parte de la futura generación de reinas, un club que también ocupa Catalina-Amalia, de 9 años, la hija mayor de Guillermo Alejandro y Máxima, en la futura Holanda. La primogénita de los futuros reyes belgas está siendo educada para ser reina, una tarea nada fácil en Bélgica, con las distintas sensibilidades regionales. Elisabeth recibirá educación militar y, por supuesto, seguirá sus estudios en las tres lenguas oficiales: francés, neerlandés y alemán.
PREPARATIVOS DE LA CEREMONIA
El próximo 21 de julio Bélgica se levantará bajo el reinado de Alberto II pero al caer la tarde Felipe ya será rey. El Gobierno belga ya ha decidido que el rey Alberto firme en el Palacio Real un acta de abdicación en el príncipe Felipe y que actúen como testigos la ministra de Justicia, los presidentes del Parlamento y del Senado, y el del Tribunal de Casación.
Tras el juramento del duque de Brabante ante el pleno de las dos cámaras que componen el Legislativo belga, se convertirá en Felipe I, rey de los belgas, y su esposa en la reina Matilde.
En ese momento, Bélgica contará también con dos reyes, Felipe, y su padre, que a título de cortesía, será el rey Alberto, y tres reinas, Matilde, la esposa del nuevo monarca, y las reinas Paola y Fabiola, viuda de Balduino.
Precisamente una de las incógnitas de la abdicación, que vestirá a Bruselas de gala, es saber si la reina Fabiola, que reduce al máximo sus apariciones públicas por su edad avanzada y su delicada salud, estará presente en la celebración.
Fabiola ha hecho uso de una silla de ruedas de apoyo en las últimas apariciones y es previsible que al menos acuda a la misa Te Deum con la que empezará el gran día antes de la firma de traspaso de poder de la Corona belga.
LUCES Y SOMBRAS DE UN REINADO DE 20 AÑOS
Poco se imaginaría Alberto II que lo peor de su reinado llegaría en los últimos años, en el spring final.
En 2011, Bélgica se metió en el libro Guinnes de los Récords al convertirse en el país que más días estuvo sin formar Gobierno tras unas elecciones, “honor” que tenía Irak hasta la fecha.
La inestabilidad política a la que se ha enfrentado el jefe del Ejecutivo en estas dos décadas es algo habitual debido a la propia particularidad política del país.
Con tantas dificultades, los belgas han encontrado en la familia real y en Alberto II su punto de encuentro y estabilidad.
Pero los momentos más difíciles de Alberto II a lo largo de los años han sido provocados igualmente desde el seno de la esfera familiar. El príncipe Lorenzo ha protagonizado conflictos diplomáticos con el Congo, ex colonia belga, además de algún escándalo de orden fiscal y de que sus presuntos amoríos hayan copado las páginas de la prensa sensacionalista.
El último episodio desagradable para el rey fue el escándalo protagonizado por su cuñada, la reina viuda Fabiola de Bélgica, y la fundación creada para presuntamente beneficiar a sus herederos españoles, burlando al fisco belga, lo que ha provocado una ola de reacciones en el país hasta el punto que el Parlamento ha aprobado recortar las dotaciones reales a la mitad.
La nueva aparición pública de Delphine Boël, que ha reclamado a la Justicia belga pruebas de ADN al rey Alberto y a los príncipes Felipe y Astrid, ha sido la última sombra de un rey jovial, cercano y muy querido por los belgas.
El hecho de que a partir del 22 de julio, el rey Alberto pierda la inmunidad que le da ser el monarca abre una incógnita sobre el futuro de este caso judicial, que el próximo 3 de septiembre reunirá a los abogados de las partes ante el Tribunal de Casación de la capital.
Los centenares de belgas que se congregaron en las puertas de Palacio coincidiendo con el anuncio de abdicación dan fe del cariño y comprensión de los belgas con el monarca que, sin pretenderlo, acabó siendo el símbolo de unidad de la dividida nación belga.