Los duques de Sussex siguen haciendo las cosas a su manera y rompiendo con algunas de las tradiciones de la realeza británica. Este sábado, el príncipe Harry y Meghan Markle celebraron el bautizo de Archie en el Castillo de Windsor, a las afueras de Londres, en un acto privado al que solo asistieron familiares y amigos muy cercanos, lejos del foco de los medios de comunicación y de la ciudadanía. En contraste con los bautizos de los tres hijos de William y Kate, el de Archie, el séptimo en la línea de sucesión al trono, estuvo marcado por el ya habitual secretismo de Meghan Markle, muy celosa de su intimidad y, desde ahora, de la de su primer hijo.
¿Los padrinos?
Tan poca información han aportado los padres, que ni siquiera se conoce el nombre de los padrinos, aunque sí ha trascendido que “son amigos de la pareja”, pero no personajes públicos. Meghan fue vista el pasado jueves en el torneo de tenis de Wimbledon con dos amigas de la universidad, Genevieve Hillis y Lindsay Roth, mientras que las casas de apuestas también han propuesto a la estilista Jessica Mulroney como una de las posibles madrinas. Por parte de Harry, los medios especulan con dos amigos de la infancia como padrinos, los hermanos Thomas y Charlie van Straubenzee. El bautizo, por tanto, resultó ser un evento de bajo perfil para los estándares de la realeza de este país, en el que tampoco estuvo presente la bisabuela de Archie, la reina Isabel II de Inglaterra, quien había indicado con anterioridad que para este día tenía previstos otros compromisos que no podía cancelar. No es algo inédito en la monarca, ya que el año pasado tampoco asistió al bautizo de su bisnieto el príncipe Louis. Como era de esperarse, tanto hermetismo ha molestado a un sector de la prensa, a la que apenas se han ofrecido algunos detalles.
Lo que se sabe del bautizo de Archie
El palacio de Buckingham ya había informado, por ejemplo, que Archie llevaría una réplica, elaborada en 2008, del mantón bautismal color crema que lució por primera vez la primogénita de la reina Victoria en 1841 y que, desde entonces, se ha utilizado para todos los bautizos reales, incluido el de Isabel II, en 1926. Asimismo, el bisnieto de la monarca fue bautizado por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, con agua del río Jordán sobre la pila “Lily Font”, una obra de orfebrería elaborada por los joyeros EJ. y W. Barnard en 1840, también a petición de la reina Victoria, que representa “la pureza y la nueva vida” y que la familia real utiliza en estas ceremonias. Fuentes de palacio también señalaron que, entre los asistentes, estuvieron el príncipe Carlos y su esposa Camilla; los duques de Cambridge; y la madre de Meghan, Doria Ragland; así como un reducido grupo de amigos cercanos a los duques de Sussex, hasta un total de unas 25 personas. Las imágenes del bautizo difundidas fueron tomadas por el fotógrafo del mundo de la moda Chris Allerton, quien ya les hizo el reportaje de bodas.