Durante el tiempo que la reina Victoria estuvo al frente de la monarquía británica, Inglaterra vio grandes avances tecnológicos en ese tiempo, convirtiéndose probablemente en la potencia mundial de la época.
El reinado de Victoria inició el 20 de junio de 1837 y culminó con su muerte, en enero de 1991, es decir, que duró 63 años, 7 meses y 2 días. Ella tenía 18 años cuando ascendió al trono y, aunque pareciera que su juventud e inexperiencia no eran acordes al puesto, con el tiempo supo adaptarse a los cambios y avances que la nación tuvo.
De hecho, ahí comenzó justamente la época victoriana, durante la cual se vivió una gran transformación social, económica y política, derivada de la Revolución Industrial. Pero no solo se dieron estos avances, sino que además en ese tiempo Inglaterra logró extender su imperio colonial, ya que Victoria fue coronada como emperatriz de la India en 1877.
La vida de la reina Victoria
Aunque tuvo una longeva vida, existieron ciertos momentos que la marcaron y que, a la postre, serían también clave para su reinado.
Por ejemplo, se casó hasta dos años después de convertirse en soberana, contrayendo matrimonio con el príncipe alemán Alberto de Sajonia-Coburgo en 1940, y con quien procreó 9 hijos: Victoria, Albert, Alicia, Alfredo, Elena, Luisa, Arturo, Leopoldo y Beatriz.
Desafortunadamente, su primogénita moriría, pasando así la sucesión directa al trono a su segundo hijo Albert Edward, que más tarde se convertiría en Eduardo VII. Aunque, su hija Victoria no sería a la única que vería morir, pues varios de sus hijos perecieron antes que ella.
Por otra parte, Victoria y Alberto fueron una de las parejas más felices de la realeza y se profesaban un amor verdadero. Asimismo, congeniaban tan bien a pesar de su carácter tan distinto.
Además, su esposo fue también su consejero y mano derecha durante los más de 20 años que estuvieron juntos. Incluso, el rey consorte fue quien comenzó a poner orden en la administración de la Casa Real y ayudó a afianzar el papel filantrópico de la corona.
Sin embargo, no todo fue dulzura y felicidad, pues la muerte de Alberto en 1861, sería una desgarradora pérdida para la reina Victoria, al grado de aislarse por completo de sus deberes como monarca.
Con el tiempo, supo reponerse haciendo lo que mejor sabía hacer, reinar con firmeza y carácter. Siempre se rodeó de gente que la supiera guiar o hasta contrapuntear. Por ello, estuvo apoyada de personajes como el conservador Benjamin Disraeli y por otro lado, el liberal William Gladstone, con quien no solía llevarse muy bien.
En sus últimos años de reinado, la monarquía y su paso gradual para ser constitucional, hacían que Victoria y la realeza estuviesen sometidas al poder político y por consiguiente, que pasara a un segundo plano en este campo.
Inglaterra, potencia mundial en la era victoriana
El Reino Unido vio su máximo esplendor en la época en que, coincidentemente, gobernó Victoria. Cuando ella llegó al trono, Inglaterra era rural y poco avanzada, pero en su lecho de muerte, el país ya tenía una moderna red ferroviaria y estaba más industrializado que nunca.
También, en ese entonces la ciencia y la cultura hicieron aportaciones como las teorías de Darwin o las letras de Charles Dickens, además de que gracias a técnicas como la fotografía, la reina comercializó su rostro para que estuviera presente en todo tipo de objetos, y para que su imagen fuera más accesible para el puebo.
Aunque el poderío británico no se limitaba ahí, pues en aquel entonces la armada inglesa era considerada una de las maquinarias bélicas más poderosas del mundo, aunado a la prosperidad económica que vivió la sociedad de aquella época.
Por último, su testarudez y la idea de mantener la sangre pura, hicieron que emparentara a sus hijos y nietos con futuros reyes y reinas de Europa, por lo que casi todas las casas reales se convirtieron en familia.
