Este 2024 Felipe de Edimburgo estaría cumpliendo 103 años de edad. Sin embargo, aunque ya no se encuentre con vida, lo seguimos recordando como uno de los más fieles apoyos de la reina Isabel II, con quien compartió una de las historias de amor más entrañables de la realeza, la cual se remonta al lejano 1933.
Siendo hijo de Andrés de Grecia y Dinamarca, el entonces príncipe Felipe tuvo su primer encuentro con la bella Lilibeth cuando él tan sólo tenía 12 años de edad y ella 7, durante la boda de la princesa Marina de Grecia y Dinamarca y el duque de Kent, un enlace celebrado en la Abadía de Westminster.
Felipe asistió al evento como primo hermano de la novia, mientras que la princesa Isabel lo hizo en calidad de dama de honor. En aquella ocasión, los niños apenas y tuvieron contacto entre sí. Sin embargo, esto no fue impedimento para que los periódicos extranjeros vieran en ellos una potencial pareja real.
Los royals no se volvieron a encontrar hasta cinco años después, en 1939, en un contexto completamente diferente, en el que el tío de Isabel, Eduardo VIII, había abdicado, dejando a Jorge VI a cargo del trono. Esto convirtió a Lilibeth en la heredera al trono, mientras que Felipe se desempeñaba como cadete naval y la Segunda Guerra Mundial se encontraba a punto de estallar.
Fue bajo esas condiciones, que la joven Isabel, en su condición de futura reina de Inglaterra tuvo que comenzar su formación militar en la Royal Naval College de Dartmouth, recinto donde casi de manera inmediata quedó prendada de Felipe.
Un amor marcado por la guerra
Sin embargo, aunque la historia pintaba para algo idóneo, las condiciones bélicas apremiaron, haciendo que Felipe tuviera que partir al combate, lo cual, aunque separó a la pareja de manera momentánea, no impidió que siguieran en contacto mediante cartas.
Fue más tarde, al término de la guerra, cuando su amor pudo concretarse de manera màs formal, después de que Felipe buscara a Isabel y le propusiera casarse, según algunos historiadores, bajo la influencia de su tío Dickie Mountbatten, quien siempre quiso acercarse al trono británico por medio de un familiar suyo dispuesto a desposar a la heredera.
Finalmente, ya con el permiso de Jorge VI, el compromiso entre los príncipes Isabel y Felipe se anunció el 8 de julio de 1947, con la fecha de la boda fijada para el 20 de noviembre.
Tras el enlace, Felipe se nacionalizó británico, adoptó el apellido Mountbatten de sus abuelos maternos y fue creado duque de Edimburgo, un título del cual sigue siendo el máximo representante dentro del imaginario colectivo, gracias a haber logrado permanecer al lado de Isabel como consorte por más de siete décadas, hasta que la muerte los separó, cuando él, con 99 años de edad partió de este plano.
