Esta semana Mary de Dinamarca brilló con su look en azul y una impresionante joya durante la cena de Estado que ella y su marido, el rey Federico X, ofrecieron en el Palacio de Christiansborg por la visita de la presidenta de Islandia, Halla Tómasdóttir, y su marido, Björn Skúlason,
Mientras que este banquete de Estado es el primero que los reyes daneses organizan desde su ascenso al trono el pasado 14 de enero, cuando la reina Margarita II abdicó en favor de su hijo Federico. Sin embargo, y como ya es costumbre, el outfit de la consorte es el que más llamó la atención. Sobretodo por una impresionante joya que lució y que, además, guarda una trágica historia.
La trágica historia de la tiara Pearl Poire
Así pues, la joya que Mary llevó para este evento se trata de la tiara Pearl Poire. La cual ha sido de las más especiales para su suegra, la reina Margarita II, ya que fue de las que más usaba. No obstante, esta pieza ha pasado por varias generaciones. Aunque en su existencia han pasado cosas realmente trágicas.
Mientras que el nombre de este joya se deriva de sus piedras preciosas talladas en forma de pera y data de hace casi dos siglos. En 1825, el rey Federico Guillermo III de Prusia dio este tocado a su hija, la princesa Luisa, como regalo de bodas por su enlace con el príncipe Federico de los Países Bajos.
Luego, 45 años después de ello, se produjo la muerte de la princesa Luisa y esta, a su vez, le legó la pieza a su hija, la reina Luisa de Suecia y Noruega. Pero lamentablemente la reina Luisa murió antes de que pudiera heredar la colección de su madre.
Por ello, es que la tiara pasó a su propia hija, Lovisa, quien recién acababa de casarse con el futuro rey de Dinamarca, el príncipe Federico. En tanto que ella, ya siendo reina, puso la joya dentro del Fideicomiso de Propiedad Real Danesa. Esto con el objetivo de cada reina de Dinamarca fuera a heredar la pieza.
El look azul de gala de Mary de Dinamarca
Por otra parte, Mary de Dinamarca deslumbró en esta cena de Estado con un look elegante y sofisticado. Optó por un vestido largo de corte clásico en tonos azul marino, adornado con detalles sutiles que realzaban su figura. La tela fluida y la caída del vestido aportaron un aire de gracia, mientras que los accesorios, como unos pendientes de diamantes, complementaron su atuendo sin restarle protagonismo.
Su peinado fue igualmente impecable, con un recogido que realzaba su rostro y le daba un toque de distinción. El maquillaje, en tonos suaves, acentuó su belleza natural, creando un balance perfecto entre la elegancia y la sencillez.