Mette-Marit de Noruega enfrenta uno de los años más complicados de su vida, marcado por el escrutinio público y los recientes escándalos protagonizados por su hijo mayor, Marius Borg Høiby. Sin embargo, lo que muchos destacan ahora es cómo este duro panorama ha reavivado las críticas hacia el polémico pasado de la princesa.
Recordemos que en días anteriores el primogénito de la princesa fue liberado tras permanecer una semana en prisión preventiva tras ampliarse los cargos en su contra por dos casos de presunta violación. Mientras que, en paralelo, ya enfrenta otras acusaciones de violencia y agresiones por parte de varias de sus exparejas.
Este es el polémico pasado de la princesa Mette-Marit
Antes de conocer al príncipe Haakon, Mette-Marit vivió una etapa que no se ajustaba a los estándares tradicionales asociados a la realeza. Proveniente de una familia humilde, trabajó como camarera mientras disfrutaba de la vida nocturna en Oslo, algo que más tarde generó controversias en los medios.
Pero el verdadero escándalo surgió cuando se supo de su relación con Morten Borg, quien estuvo vinculado al consumo de drogas y ambientes poco recomendables. Esta relación, de la cual nació su hijo Marius en 1997, fue un punto de inflexión en su vida ya que el haberse convertido en madre soltera a los 23 años en un país donde la monarquía estaba en proceso de modernización fue visto como un desafío a las tradiciones.
Por ello es que cuando Mette-Marit conoció a Haakon, su romance causó un gran revuelo. En aquel entonces, su historial generó un intenso debate público sobre si era una figura adecuada para convertirse en la futura reina consorte de Noruega.
Consciente del impacto que su pasado tenía sobre la imagen de la monarquía, Mette-Marit dio un paso inesperado: ofreció entre lágrimas una disculpa pública en la que reconoció errores de su juventud y pidió ser juzgada por su futuro, no por su pasado. Este gesto no solo ayudó a disipar parte de las críticas, sino que también marcó un nuevo estándar de transparencia en la monarquía del país nórdico.
Hoy, a más de dos décadas después de su entrada a la Casa Real, el foco vuelve a estar sobre la princesa y también se reavive el debate sobre si ella y su marido son aptos (o no) para convertirse en reyes de Noruega. Los recientes problemas con su hijo Marius, quien ha buscado mantener un perfil bajo, han traído consigo comparaciones con la juventud de su madre y el debate sobre cómo los miembros periféricos de la realeza enfrentan la presión pública.
La princesa de Noruega, de 51 años, ha construido una imagen sólida como representante de la monarquía, pero ahora se encuentra en una posición delicada, defendiendo a su hijo mientras lidia con los juicios de la prensa y el público. Este episodio recuerda que, aunque el tiempo puede transformar la percepción pública, el pasado nunca queda completamente atrás.