El príncipe asegura que él mismo decidió mantenerla alejada para no ?abrumarla?
Desde que Alberto de Mónaco contrajera matrimonio con la princesa Charlène, en 2011, en una boda marcada por las lágrimas de la novia y los rumores de un intento de fuga que ella misma tuvo que negar, mucho se ha hablado sobre las prolongadas estancias de la exnadadora sudafricana en el extranjero o su reducida agenda institucional, que ha delegado en su cuñada Carolina gran parte de los actos oficiales.
Sin embargo, su marido justifica ahora esa ausencia de Charlène de la vida oficial del principado alegando que él mismo decidió mantenerla alejada de la misma durante los primeros años de su matrimonio para no ‘abrumarla’ con demasiadas responsabilidades.
“Es todo un proceso, ayudarla a familiarizarse con los ciudadanos de Mónaco, las instituciones y cómo funciona todo. En el pasado no siempre he dispuesto de todo el tiempo que me gustaría para dedicarlo a esta tarea, porque viajo muy a menudo y ella tiene su trabajo con su fundación. Y tampoco quería abrumarla. Sé que ha sido un problema. La gente sentía que no la veían lo suficiente en Mónaco. Y ella quiere implicarse más, y por supuesto que lo hará, pero también quiere involucrarse a fondo en el cuidado y la educación de nuestros hijos”, explica Alberto II de Mónaco en una entrevista a People.
Cabe destacar que en los últimos meses la princesa se ha dejado ver más a menudo en Mónaco, apareciendo junto al resto de los Grimaldi en el balcón del palacio real el pasado noviembre con motivo de la Fiesta Nacional, en la que sus mellizos Jacques y Gabriella, de dos años, acapararon todo el protagonismo. Posteriormente, el matrimonio celebró en la intimidad las fiestas navideñas, sobre las que ahora Alberto ha dado algunos detalles.
“Las navidades fueron maravillosas. Los niños recibieron varios regalos, como puzzles y una casa Playmobil. Yo mismo me encargué de montarla con ayuda de mi cuñado Sean. Creo que nos equivocamos a la hora de colocar un par de tornillos, pero fue divertido”, aseguró el orgulloso padre.
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