Además de renunciar a su religión, Felipe Mountbatten tuvo otra serie de gestos entrañables con Isabel II, con quien permaneció unido hasta la muerte
La historia de amor entre el príncipe Felipe de Edimburgo y la fallecida reina Isabel II esconde una serie de datos cautivantes, que, sin duda, ha ayudado a preservar la fé en el poder de los detalles y el amor.
El próximo 20 de noviembre se cumplirían 76 años de la unión nupcial entre los padres del actual monarca, el rey Carlos III, por lo que vale la pena recordar algunos pasajes no sólo de su vida de casados, sino también de su tiempo de compromiso y noviazgo.
Y, qué mejor manera de conmemorar el amor entre dos de los royals más longevos del reino unido que dando enfoque al recuento de diversos regalos románticos que Felipe hizo a Isabel antes del día de su lujosa boda.
El icónico broche prenupcial
Después de la muerte el duque de Edimburgo, se le vió a la reina Isabel lanzando un guiño al gran amor de su vida portando el broche prenupcial que el príncipe le obsequió en uno de los permisos de guerra que le fue concedido durante su carrera militar ejercida en la invasión aliada de Sicilia, sirviendo al HMS Wallace.
Durante este reencuentro histórico, previo a su boda, el novio le entregó la novia un broche de diamantes detallado con una insignia azul marino, forjado por Garrard, el joyero de la corte de aquel entonces.
El anillo de compromiso
Para sellar el compromiso de las nupcias que más tarde se celebrarían en la abadía de Westminster, Felipe de Edimburgo obsequió a la que más tarde sería la monarca del Reino un anillo de compromiso de diamante redondo de tres quilates, que permaneció puesto en la mano de Isabel por otras siete décadas.
Junto al anillo, un brazalete de compromiso
Al mismo tiempo de la entrega del anillo de compromiso, Felipe le entregó a la ya fallecida reina una pulsera estilo déco, firmada por el histórico joyero londinense, Philip Antrobus. Este accesorio esconde la peculiaridad de haber sido elaborado con joyas que pertenecieron a la familia Romanov.
Todos estos detalles añaden aún más misterio a toda la colección de piezas de joyería acumuladas por Isabel II, de las cuales más de una decena esconden detalles románticos.