Contando tan solo con 25 años de edad, cuando apenas iniciaba su adultez, la entonces princesa Lilibet se vió en la obligación de asumir el trono, automáticamente después de la muerte de su padre el rey Jorge V.
Sin embargo, por lo precipitado de la situación, contrario a otras ceremonias de coronación, meticulosamente planeadas, Isabel no tuvo la oportunidad de pensar a detalle cómo quería que fuera su entrada para semejante evento, aunque desde el principio tuvo claro una cosa: su deseo porque el modista de la realeza Norman Hartnell confeccionara el vestido que con la que sería retratada y recordada por el resto de la eternidad.
Con dicha petición claramente ejecutada y con una corte organizada con más de 8 mil invitados, la coronación de quien se convertiría en la monarca con el reinado más largo de la historia tuvo lugar el 2 de junio de 1953 en la Abadía de Westminster.
Se le presentaron ocho diseños diferentes a la reina para que eligiera su vestido de coronación definitivo
De acuerdo a lo relatado en la autobiografía de Hartnell, la cual lleva por título Silver and Gold y que fue publicada en 1955, una vez cumplido el deseo de Isabel de reunirse con el modisto, él tomó en cuenta todos los antecedentes del reino posibles para presentarle a la royal diferentes opciones a elección, de las cuales resultaron finalmente ocho, entre las que se encontraban bocetos que incluían trazos de la rosa Tudor, diseños basados en la virgen Madonna e incluso ideas inspiradas en el vestido de la Coronación de la Reina Victoria, el cual contó con una serie de bordados dorados.
Sin embargo, Lilibet optó por seleccionar la octava opción que le fue mostrada, la cual consistió en la reunión de bordados con significados simbólicos adscritos a la historia de todo el Reino Unido.
El vestido de Isabel tuvo detalles en colores pastel
Contrario a la tradición de sus ancestros, quienes habían optado por portar diseños con bordados en colores dorados y plateados, Isabel decidió ordenar al modista el añadido de tejidos en colores pastel, resaltando con énfasis los trazos de los bordados de: rosas, que simbolizaban a Inglaterra; del cardo para dar visibilidad a Escocia, del trébol, emblema de Irlanda del Norte; y del narciso ícono oficial de Gales.
La reina Isabel II cargó un atuendo de más de 10 kilos durante el día de su coronación
En total la gran confección, pensada y ejecutada por las manos de Norman Hartnell contó con un peso de 13 kilogramos, gracias a la reunión de densos tejidos de seda, olanes y crinolinas, además de cristales cosidos en varios de los bordados, lo que al final de cuentas se sumó con el gran peso de la toga y corona de la princesa, haciendo la caminata de la royal por la abadía toda una travesía digna de trascender en las memorias de todo el reino.