Este lunes, los duques de Sussex continúan con la ajetreada agenda de su primera gira Oceanía, y hoy llegaron a la isla de Fraser. Como se comentó el fin de semana, debido al cansancio que conlleva su embarazo, Meghan aligerará sus apariciones durante este viaje, por lo que el príncipe Harry inició la jornada en solitario en Kingfisher Bay, un resort ubicado en el islote. A su llegada, se vio a la duquesa con un fresco vestido color burdeos de manga corta con lunares blancos. Un estilo similar lució hace unos meses Sarah Ferguson, y Kate Middleton también vistió una prenda muy parecida horas antes para una recepción en el palacio de Kensington. Este vestido es de la firma &Other Stories y tiene un precio de 113 dólares, pero como se esperaba, ya está más que agotado. La exactriz completó su look con unas sandalias de Sarah Flint en cuero y unas gafas oscuras de Karen Walker. https://www.instagram.com/p/BpODDwsAXnI/?utm_source=ig_embed Pocas horas más tarde y ya con un buen merecido descanso, volvió Meghan a sus labores de la mano del príncipe Harry para asistir a la bahía de Kingfisher, donde la duquesa sorprendió con un revelador vestido de lino con una gran apertura que dejaba descubierta una pierna. Es un diseño de la casa estadounidense Reformation, el cual completó con las mismas sandalias, así como unos collares de Pascale Monvoisin y Adina Reyter, además de un brazalete de Birks y los mismos lentes de sol. El precio de este modelo es de 218 dólares.
Como es habitual, la pareja se mostró muy accesible con los presentes y recibieron algunos regalos para ellos y el futuro bebé.
Algo que destacó es que, constantemente, Meghan acariciaba su vientre premamá, el cual cada día es más evidente.
