El lila se puede obtener por la combinación del color violeta con el color blanco, razón por la cual se considera como uno de los muchos tipos de violeta que existen. Otros derivados de violeta son por ejemplo el morado, el púrpura o el burdeos. Cada uno varía conforme la intensidad del propio violeta.
Para la psicología, el color se relaciona estrechamente con las emociones. Es así ya que, luego de percibir las gamas cromáticas a través de nervio óptico, el resto de nuestro sistema activa distintas emociones relacionadas con nuestras experiencias personales y socioculturales con cada color. Por ejemplo, para la psicología del color, los colores fríos, como el azul, son por excelencia los que transmiten sensaciones de tranquilidad, mientras que los colores calientes, como el rojo, son los que generan excitación. A sí mismo, como ha propuesto Eva Heller (2004) cada color puede cambiar su significado según cómo se mezcla con otros colores. En este sentido, la misma autora propone que el color lila ha sido relacionado en la cultura occidental con una imagen ambigua sobre la cosmética, la vanidad y la madurez de las mujeres. En otras tonalidades, el color violeta puede relacionarse con lo frívolo y a la vez con la originalidad. Así mismo, al encontrarse en una de las tonalidades más bajas del violeta, el color lila se ha asociado con la tranquilidad, la dulzura, la calidez, la mesura y el poco impacto. No suele relacionarse con conductas negativas, por el contrario, se asocia a la sensibilidad, la empatía, la amabilidad, el equilibrio y la madurez.