Karl-Otto Lagerfeld nació en Hamburgo, Alemania, hijo de Otto Lagerfeld, un rico director gerente de la sucursal alemana de la American Milk Products Company, y de la Elisabeth Bahlmann. Su madre era la segunda esposa de Otto, y Karl tenía una media hermana mayor, Thea, y una hermana mayor, Martha Christiane. Su madre fue, por todas las cuentas, la influencia más formativa sobre su precoz hijo, quien a menudo informaba que no le había gustado su infancia. Su padre trasladó a su familia a un pequeño pueblo en el norte de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, y Karl, a quien se le dio un traje formal y una corbata a la escuela, no encajaba exactamente. Karl escapó a París cuando era un adolescente, y aunque no asistió a la escuela de arte ni recibió una educación clásica sobre moda en 1954, a los 18 años participó en un concurso de modas llamado Secretariado Internacional de la Lana (ahora renacido como el Premio Internacional de Woolmark) y ganó el categoría de abrigo; Yves Saint Laurent, también un joven diseñador, ganó ese año en la categoría de vestidos. Ambos fueron amigos/rivales, pero siempre amigos. El día que Karl presentó su desfile en La Habana lo hizo vistiendo una chaqueta que le había regalado Yves. Lo hizo para honrarlo, pues ambos añoraban trabajar juntos en la capital cubana.
Luego, Lagerfeld fue contratado en la casa de alta costura de Pierre Balmain, y permaneció tres años hasta que se fue a Jean Patou. Permaneció en esa casa durante cinco años, hasta que decidió intercambiar los entornos más raros de la alta costura por una carrera independiente en el mundo emergente de la década de 1960, el prêt-à-porter.Continuó realizando trabajos de diseño independiente para Krizia, Ballantyne, Charles Jourdan y Chloé, donde permaneció durante más de 10 años y, junto a su fundadora, Gaby Aghion, desarrollan su irreverencia característica versus las vacas sagradas del estilo.
El enfoque también se pudo ver en Fendi, a partir de mediados de la década de 1960, cuando la familia introdujo al Sr. Lagerfeld para transformar la marca de aburrida burguesía en la moda actual.
El Sr. Lagerfeld dejó Chloé en 1982 y se encargó de Chanel: regresó primero a la alta costura y al año siguiente al ready to wear. Resultó ser una combinación alquímica de diseñador y marca, dada la rica iconografía de la casa.Sin embargo, aunque su vida profesional se hizo cada vez más grandiosa, su vida personal siguió siendo un misterio. Lagerfeld vivía solo, con un gato de Birmania llamado Choupette, que se hizo tan famoso como su maestro. Irónicamente, aunque comenzó su propia marca en 1984, la línea Lagerfeld nunca encontró el mismo éxito o popularidad que Chanel y Fendi.
Karl Lagerfeld fue responsable de tantos espectáculos, tiendas y eventos que, en 2017, Anne Hidalgo, alcaldesa de París, le otorgó el honor más alto de la ciudad, la Medalla de la Ciudad de París, por los servicios prestados a la metrópolis. Hacia el final de su carrera, la moda estaba preocupada por las preguntas sobre si exigía demasiado de sus diseñadores, pero Lagerfeld no tenía ninguna queja. Sus pretensiones no fueron a lo eterno, sino a lo efímero. Al final, sin embargo, con la marca personal que fue Karl Lagerfeld, pudo haber logrado ambos. No hay palabras, pues hizo demasiado. Su disciplina, vocación y talento no tienen precedente. Nuestra única esperanza es que en las personas que tuvieron la dicha y fortuna de ser sus discípulos continúen su dicotomía de trabajo y sigamos teniendo en ellas un poco de el.
Por Gabriela Ramos vía Marie Claire México y Latinoamérica / Foto: Getty Images
