Los grandes diseñadores han decidido inspirarse en elementos de la vida cotidiana para crear una nueva y original tendencia
Cuando el año pasado Chanel transformó en supermercado el Grand Palais ?centro de exposiciones de París? para el desfile otoño-invierno 2014-2015, cientos de redactoras de moda, corresponsales y clientas casi protagonizaron un motín, decididas a llevarse un recuerdo de las estanterías: espagueti Chanel, leche de coco, jabón Cambon o botellas de Tweed Cola? En fin, decenas y decenas de productos reinterpretados por Chanel, con los que las modelos habían jugado durante el desfile. Todas querían un recuerdo, pero solo las VIP, como Rihanna o Katy Perry, pudieron hacer sus ?compras? en este supermercado de mentira.
De esta manera, Karl Lagerfeld demostró a aquellos que creen que la moda está por encima de las preocupaciones domésticas, que en realidad no es así. ?Me gusta que la moda se inscriba en la normalidad?, explicaba el diseñador.
“Lo que yo quise mostrar es a una mujer que tras salir de la rue Cambon (la icónica tienda original de Chanel), pasa por el supermercado para comprar algo de comer para la noche”.
El supermercado, ¿es una fuente de inspiración de la moda o un simple artilugio? Lagerfeld no es el primero en jugar con los símbolos de ese universo (aunque jamás puso los pies en él). En Londres, la creadora de accesorios Anya Hindmarch hizo desfilar, en un podio decorado con códigos de barras, su colección de carteras que reproducen las cajas de cereales Kellogg?s o el jabón de lavar Ariel, mientras que en Milán, Jeremy Scott mostró su primera colección para Moschino (otoño-invierno 2014-2015), en la que utilizó el logo rojo y amarillo de McDonald’s en prendas de ropa y accesorios.
FOTOGALERÍA: TENDENCIAS DE MODA INSPIRADAS EN LA VIDA COTIDIANA
Pop art y moda
¿Cuál es la razón del éxito de la cultura popular en la moda? Quizá se deba a que es democrática, habla a todo el mundo y todo el mundo la comprende, y porque su aura arty fascina a esa industria, deseosa de que la tomen en serio. El último ejemplo: la colaboración de Jeff Koons ?el artista contemporáneo más caro del mundo? con H&M en ocasión de la inauguración del flagship de la marca en Nueva York. Una colección de accesorios adornados con su célebre Balloon Dog, a precios supermódicos.
El éxito de lo cotidiano en la moda se debe a que es alegre y nada complejo, muy lejos de la antimoda de los años 90, de sus modelos tristes. Es una ropa que da protagonismo a objetos ordinarios, como lo hizo Andy Warhol con las latas de sopa Campbell hace ya 50 años, intuyendo entonces el enorme potencial gráfico de los productos en serie y de sus empaques coloridos.
Anya Hindmarch
aprendió bien la lección del artista. Si su marca de carteras es favorita de la jet set londinense desde hace años, su última colección fue un verdadero boom. ?La idea es encontrar belleza en lo banal, celebrar las cosas pequeñas?, dice, sin olvidar que ?los pasillos entre las estanterías pueden dar oportunidad a encuentros inesperados...?. Quizás el amor en el supermercado no sea sino una fantasía, pero, en todo caso, en esta moda hay un deseo de reinterpretar con gafas de cristal rosado una realidad social y económica en crisis.
Pero lo banal se manifiesta también de una manera mucho más trivial, sin guiños de humor ni pinceladas pop. Es la moda ?o la antítesis de la moda? que llevan millones y millones de personas en las calles. Y como hoy día nada escapa a una nomenclatura, ésta recibió un nombre: normcore.
La tendencia normcore
El nombre es una contracción entre normal y hardcore (explícita), y consiste en vestirse de manera aparentemente simple para no llamar la atención: con sudadera, zapatillas blancas, camisa lavada, jeans de papá, pantalón para jogging, gorra de béisbol... En fin, todo para pasar inadvertida. Más que un look es una actitud: adoptar deliberadamente la homogeneidad en lugar de empeñarse a toda costa en ser diferente. En vestimenta, esto se manifiesta en una ropa muy común.
Si bien corre el rumor de que la idea de normcore es una gran broma, un movimiento hipotético, la realidad es que no faltan adeptos entre aquellos cansados de gastar tanta energía para destacarse. El objetivo proviene de ?pertenecer? al grupo, a la gran mayoría. El normcore no tiene nada que ver con la rebelión, sino con renunciar a la necesidad y al deseo de destacarse entre los demás.
Para los creadores es un ejercicio muy sutil. Por ejemplo, el primer desfile de Nicolas Ghesquière para Louis Vuitton ilustraba este cambio radical de dirección. ?No quería contar una historia ni caer en lo teatral?, afirmó Ghesquière sobre su colección otoño-invierno 2014-2015, en la que mezcló pulóveres de esquí o sudaderas de algodón con lujosas faldas de cuero bordadas. Simultáneamente, Ralph Lauren propuso pantalones para hacer jogging (eso sí, de cachemir); Jacquemus hizo desfilar a sus modelos con chinelas de baño Adidas y la diseñadora Mischa Nonoo también recurrió a ese calzado, más habitual en los vestuarios de clubes deportivos que en las pasarelas. ?Son gráficas, cómodas y están en el air du temps?, dijo. Por su parte, Phoebe Philo reinterpretó las Birkenstok para Céline e Isabel Marant presentó suéteres del estilo ?tejidos por mamá?, que no hubieran logrado la mirada de las fashionistas. Hasta el muy chic Hermès cedió a la tentación y este invierno propuso un suéter con cierre estilo camionero de lana de yack. La creadora británica Alice Goddard, adepta al normcore desde el 2011, afirma que se trata de un ejercicio que consiste en ?tomar una idea, un detalle o un estilo feo y hacer algo bueno?.
Pero, finalmente, esa tendencia puede ser un arma secreta para diferenciarse en una época en que todo el mundo puede tener acceso a la última ocurrencia de la moda. Un reciente estudio de la Harvard Business School, en Estados Unidos, demuestra que al no vestirse en un sitio donde hacerlo es la norma, la persona en cuestión incrementa su aura. En otras palabras: ir a una tienda de lujo, a una entrevista o a la oficina con unos jeans sin forma, camisa intrascendente y zapatillas, transmite la idea de éxito, irradia una enorme confianza en sí mismo y una buena situación económica.
La realidad es que después del power dressing es posible que el downdressing sea la clave para triunfar.
FOTOGALERÍA: TENDENCIAS DE MODA INSPIRADAS EN LA VIDA COTIDIANA