El misterio de las perlas

El misterio de las perlas

Inspiración de poetas, símbolo de poder, emblema de pureza, distintivo de virtud y tantas otras cualidades...

En un principio, una perla puede crecer en el interior de cualquier molusco con caparazón, solo necesita la presencia de un parásito --un gusano o un trozo de esponja--, que provoca que las células se desplacen para formar un quiste en el manto del nácar. Así comienza una perla. Los colores y las formas de las perlas son incontables; evidentemente, las más conocidas son las que tienen tonos marfil, pero las hay de color rosado, café, negro o azul-verdoso.

Son tan importantes las perlas, que el Museo Victoria & Albert en Londres presentó Pearls, una muestra en colaboración con la Autoridad de Museos de Qatar. La exposición estuvo conformada por 200 objetos, entre ellos algunas joyas romanas y bizantinas. También podemos apreciar la transformación de las perlas de un símbolo de ostentación medieval a uno que representa la pureza y castidad cristianas, tal como se ve en la Joya Hylle, que nos muestra una escena de la Anunciación, entre muchas otras piezas importantes. Pero sin duda, la vuelta de las perlas como símbolo de ostentación no demoró mucho en regresar.

Es realmente asombroso que ese hermoso objeto que colgamos con frecuencia del cuello o llevamos en anillos o en aretes no sea otra cosa que un quiste de gran belleza. Existe algo exótico en su proceso de formación. Tanto, que su búsqueda nos ha ocupado desde hace un milenio y trasciende culturas, ya que fascina de igual manera a Oriente que a Occidente.

La pesca de perlas naturales en el golfo Pérsico comenzó en el primer milenio A.C. A pesar del transcurso del tiempo, la manera de hacerlo se mantuvo casi intacta a través de los siglos. Los buzos bajaban a las profundidades del mar con implementos básicos: en esencia, dos cuerdas, una amarrada a una red adonde iban acumulando las conchas --conviene saber que para encontrar una perla perfecta es necesario abrir hasta 2.000 conchas-- y la segunda cuerda atada a una piedra de 4,5 o 7 kilos (10 o 15 libras) con un lazo para un pie del buzo. Una vez que alcanzaba su destino se soltaba el peso.

FOTOGALERÍA: LAS PERLAS DEL GOLFO PÉRSICO

El comercio de perlas significó un componente importante en la economía de los países de la costa entre Arabia Saudita y Dubai, en particular Qatar y Bahrain. Los mercaderes árabes viajaban por los mares del oceáno Indico negociando perlas; los comerciantes chinos iban a India en busca de la preciada y misteriosa joya procedente de las aguas del golfo Pérsico, cuyos comerciantes se fueron afianzando y ganando territorios. Entretanto, la fama de la calidad de las perlas orientales llegó a oídos de las casas joyeras europeas y su demanda fue en aumento; de repente los comerciantes del golfo eran quienes proporcionaban perlas a todo el mundo.

A finales del siglo XVIII y principios del XIX las perlas del golfo Pérsico alcanzaron su cúspide en cuanto a ser las más deseadas por los joyeros y clientes más exigentes, desde Londres hasta París o Nueva York. Un siglo más tarde, las perlas naturales fueran una rareza.

Por su rareza, por la dificultad en obtenerlas, en las cortes de Rusia, Irán, China e India las perlas figuraban como símbolo de poder. Ellas eran parte intrínseca de las vestimentas reales con el fin de demostrar la autoridad de la estirpe. En el siglo XIX, las cortes europeas preferían las perlas en las joyas para las grandes fiestas. Ellas relucieron en los estilos art nouveau, así como cuando se usaron hilos de perlas de todos los largos para adornar los vestidos.

Pero a principios del siglo XX, Kokichi Mikimoto (1858-1954) logró obtener la patente para desarrollar perlas perfectamente redondas, cultivadas en las ostras Akoya. Una revolución industrial de perlas comenzó y, para 1950, el sueño de Mikimoto se estaba haciendo realidad: “Adornar con perlas los cuellos de todas las mujeres”.

En la actualidad, la firma Mikimoto es conocida por la calidad de sus perlas. Pero sin duda “democratizó" la industria tal como era conocida a principios del siglo XX. Las perlas de cultivo primero amenazaron y más tarde destruyeron el mercado de las perlas naturales. Solamente en la pequeña isla de Bahrain 30.000 buzos trabajan pescando ostras en busca de las cotizadas perlas.

En la actualidad, la contaminación por el petróleo suplantó las perlas en la economía del golfo Pérsico y casi ha destruido las camas de ostras, por lo que se dificulta hallar perlas naturales. Esto ha hecho que, cuando se encuentren, se consideren gemas de gran rareza.

FOTOGALERÍA: LAS PERLAS DEL GOLFO PÉRSICO


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