Tras 16 años en la firma francesa, el diseñador se despidió con un desfile misterioso en el que reunió referencias de sus anteriores presentaciones
El diseñador estadounidense Marc Jacobs se despidió hoy de Louis Vuitton, firma que ha impulsado durante los últimos 16 años, con un desfile misterioso en el que reunió referencias de sus anteriores presentaciones.
Un carrusel, unas escaleras mecánicas, unos ascensores de hierro forjado, las puertas de un hotel o un reloj de estación fueron algunos de los elementos que Jacobs quiso reunir sobre la pasarela para recordar el legado que ha transmitido a una marca que ha situado entre las más destacadas del prêt-à-porter.
Nada más terminar el espectáculo, la revista especializada en moda WWD (Women’s Wear Daily) anunciaba en su versión electrónica que el modisto abandonaba la casa para concentrarse en la salida a bolsa de su propia compañía, un proyecto para los próximos tres años.
Según esta publicación, tanto Bernard Arnault, dueño del grupo LVMH, como el propio Jacobs y su compañero de negocios, Robert Duffy, confirmaron este supuesto que plantea muchas incógnitas sobre el futuro de una de las piedras de la corona del líder mundial del lujo.
A la espera de que se anuncie el nombre del nuevo director creativo, el gran favorito es Nicolas Ghesquière, quien dejó Balenciaga en noviembre del año pasado.
Durante toda la Semana de la Moda de París se ha estado especulando sobre el hecho de que Jacobs podría no renovar su contrato que finaliza este mes y, con la sensación de que podía ser el último desfile para Louis Vuitton, llegó a los invitados al patio del Louvre.
En una atmósfera de misteriosa penumbra, sobrecogimiento, embrujo y surrealismo se presentó una colección en negro, con las únicas y escasas incursiones del azul marino y del vaquero.
Las campanadas del reloj, el mismo que presenció la llegada del tren de vapor de su desfile de marzo de 2012, anunciaron el principio de un espectáculo que vio cómo las modelos subían en un ascensor de hierro forjado, en referencia a su colección otoño-invierno 2011-2012.
En medio de la sala, una fuente y un carrusel en movimiento, en recuerdo al que Jacobs utilizó en octubre de 2011, acogían a las modelos que habían pasado por delante de las puertas del hotel de su último desfile para mujer, antes de bajar por las escaleras mecánicas de la puesta en escena de hace justo un año.
Mientras las agujas del reloj retrocedían, los diseños iban caminando por el pasado creativo del modisto, envueltos en rejillas y brocados de azabache.
Jacobs se despidió con una colección gótica, de relato de Edgar Allan Poe, en homenaje al siglo XIX, en el que vivió el fundador de la firma, Louis Vuitton.
El lado más actual lo dio un toque punk de cadenas en los bolsillos, las botas con hebilla y, sobre todo, los pantalones vaqueros que hizo desfilar pesqueros con vuelta, en ocasiones bajo un vestido negro semitransparente.
Las plumas de las hombreras se combinaron con los tocados de pavo real, mientras que las colas de los vestidos y la silueta de un búho enriquecieron el imaginario de una mágica noche de funeral.
La rejilla envolvió un mono de cuerpo entero y cubrió ligeramente la pierna en pantalones con brocados, mientras que las medias llegaron hasta el tobillo, como “leggings” , con letras impresas.
En esta colección de prêt-à-porter primavera-verano, el modisto estadounidense embelleció una cazadora militar que convirtió en protagonista de un conjunto con falda con apertura frontal y construyó con corsé sobre una chaqueta larga.
Marc Jacobs veló en negro su tablero de damas para construir algunas prendas y usó las letras del nombre de la firma como estampado.
Los pantalones negros fueron muy anchos y de tiro bajo, deportivos, mientras que las cazadoras contaron con su versión bomber , pero también la rock and roll.
El público ovacionó a Marc Jacobs cuando salió a saludar emocionado y algunas personas se pusieron de pie para despedir a una de las agujas más valoradas del mundo de la moda.