“Si has nacido sin alas no hagas nada por impedir que estas crezcan”, era una de las frases que distinguieron a Gabrielle Coco Chanel, no solo porque ella la haya mencionado, sino porque realmente hacía honor a su pensar y claro reflejo de su estilo único.
Una joven veinteañera con un historial de soledad y de rechazo, el afecto de su joven tía Adrienne y con un gran talento en la costura, era lo único que poseía cuando empezó su vida lejos del hospicio y el internado que la vieron crecer. Y aunque parecían pocas sus pertenencias, en realidad llevaba consigo todo lo indispensable para replantear su historia y lograr que esas alas de las que había carecido, estuvieran dispuestas a crecer fuertes y amplias.
Cuando decidió independizarse junto con su tía, todo empezó a sonreír, por fin encontró la libertad que tanto anheló, ganaba su propio dinero, podía salir a divertirse y lo hacía con frecuencia en las salas de baile que para los años de 1900 eran muchas en la zona de Moulins, donde habitaba.
No se distinguía por ser una mujer especialmente hermosa, pero sí era poseedora de cualidades que provocaban que hombres y mujeres pusieran su atención en ella, poseía un porte elegante y una personalidad que fortalecían la altivez que no le fue ajena ni siquiera durante su infancia. Además, para entonces empezaba a vestir sus propias creaciones. Su personalidad era magnética, en definitiva.
De Gabrielle a Coco: el origen de la leyenda
Trajes de dos piezas, vestidos de cortes sencillos con cuellos fuera de lo común y sumamente cómodos, así como esos sombreros de paja que aprendió a adornar gracias a su tía Louise, eran las prendas que con frecuencia usaban la propia Chanel y Adrienne, mismas que hacían que voltearan a verlas no solo por la originalidad de sus diseños sino que eran épocas en que la moda no se distinguía precisamente por sacar lo mejor de sus portadoras, sino todo lo contrario.
Sus constantes visitas a los salones de baile le dieron popularidad en diversos sentidos, a ese lugar iban oficiales de caballería, a muchos de ellos los conocía debido a su trabajo en el taller de costura de fin de semana, donde arreglaban sus uniformes, por lo que gozaba de cierta popularidad que aunada a que solía cantar, le dio un sello de distinción entre hombres y mujeres. Estas últimas empezaron también a admirarla y seguirla en su forma de vestir.
Mi estilo está ligado a las emociones y el estilo existe cuando la gente en la calle se viste como uno,
Hal Vaughan, autor del libro La guerra secreta de Coco Chanel, Editorial Aguilar, sostiene que gran parte de la vida de Gabrielle antes de que obtuviera relevancia como diseñadora, es incierta, ya que ella acostumbraba mentir sobre su infancia y juventud, pero como quiera que sea se cree que fue en uno de esos salones donde adoptó el nombre de Coco: “...tomado quizá de una cancioncilla que solía cantar, dicen algunos, o quizá producto de la abreviatura de la palabra francesa que hacía referencia a una mujer mantenida: cocotte”.
Chanel: claves de estilo
Involuntario o no, este cambio en el nombre fue definitivo para marcar su estilo, era una manera de romper con un pasado tormentoso al que se negaba a regresar, a esto se debía que cuando le preguntaban sobre su vida y su familia, cambiaba fechas, lugares e historia. Llamarse Coco Chanel, equivalía a dejar atrás a la pequeña niña solitaria y abandonada.
El objetivo de Chanel fue crear estilo, “en Francia no existía. Mi estilo está ligado a las emociones y el estilo existe cuando la gente en la calle se viste como uno, creo en la imitación, para mí es sinónimo de éxito”, solía contestar Mademoiselle Chanel, cuando le preguntaban si estaba satisfecha con lo que había logrado.
Ciertamente su estilo reflejaba sus emociones: su desaprobación al uso de joyas costosas y al respecto opinaba: “Me encanta la bisutería, encuentro este tipo de joyería muy provocativa y me parece de mal gusto pasearse por ahí con millones colgando del cuello solo porque eres rico. La razón de ser de las joyas no es hacer que una mujer parezca rica, sino adornarla. Y no es lo mismo”.
Y esto manifestaba también su eterno grito de independencia, ya que pensaba que usar bisutería aseguraba que las mujeres no tuvieran que depender de los hombres para poseer joyas. Para Chanel, la libertad no solo se traducía en hacer lo que quisiera, sino también en no tener que esperar a que alguien hiciera algo por ella.
Además, Chanel hanel nos enseñó que la verdadera elegancia reside en la simplicidad. Al eliminar lo superfluo y enfocarse en cortes limpios y siluetas atemporales, creó un estilo que trasciende las modas pasajeras. Desde el tweed hasta el “little black dress”, Chanel nos dejó un legado de piezas clásicas que nunca pasan de moda.