Si bien la obra de todo creador merece respeto, la opinión y el gusto del consumidor también. Cada temporada hay prendas que nos hacen desorbitar los ojos y pensar: ¡qué espanto! Pero, ¿son realmente desagradables o no las sabemos interpretar?
Muchas veces, cuando una persona con poco o ningún interés en la moda mira un desfile, más temprano que tarde se pregunta: ?¿Y quién se va a poner eso??. Siempre hemos sido defensores de la moda. Aunque alguien diga: ?Eso no me lo pondría jamás?, no ocasiona que una pieza sea fea o demerite su valor. Un diseñador concibe una colección de una forma determinada, a muchos les agradará y a otros no. Es como todo en la vida. No obstante, cuando algo gusta a muchas personas, se establecen ciertos valores que se convierten en parámetros para decidir si algo es aceptable o es digno de desaprobación. Si algo en la moda se sale de esos valores, lo ponemos en duda y juzgamos por lo que hemos aprendido, aunque no siempre se tenga la razón.
Quienes conciben la moda como una forma de arte, responden a la gente que les hace la pregunta de ?¿quién se pone eso?? con un ?cualquiera? Todo el mundo??. Y siguen sin entender. Pero si le quitamos a esa modelo que se desplaza por la pasarela el maquillaje, el llamativo peinado y algunos excesos, lo que queda es una hermosa prenda lista para ser usada por cualquiera.
El ?feísmo?
Es normal que en algunas oportunidades, nuestra fe por la moda flaquee. Justamente en esta temporada hemos tenido ese sentimiento varias veces y la bendita pregunta punzante, que no queremos admitir, palpita y lucha por salir. Y seguramente Carrie Bradshaw diría: ?No hagas eso, no te burles de la ropa?, y no se nos ocurriría. No obstante, parece ser que una ola de ?feísmo? nos invade como una estética renovada.
Si vamos hacia atrás en la historia, en Francia, después de la Revolución se impusieron nuevos estilos de vestir. Los rebeldes adoptaron modas más conservadoras que rechazaban todo lo que representaba la realeza y aristocracia. Pero, pese a que parezca lo contrario, el conformismo nunca ha sido una cualidad natural en el género humano. Como contraataque a esta sobriedad aburrida que había dejado la insurrección, nacieron los ?Incroyables? (increíbles) conocidos también como ?petimetres? (señoritos) y las versiones femeninas: las ?Merveilleuses? (divas fabulosas). Ellos se pusieron sacos con solapas gigantescas, chalecos en colores chocantes y grandes cuellos. Ellas, por su parte, usaban trajes adornados, cinturas altas y prendas con adornos exagerados que formaron parte de la época del Rococó. Estas piezas no eran agradables ni prácticas, pero tenían una función: mostrar la rebeldía de quienes las llevaban.
Todas las épocas de la historia tuvieron cosas que podríamos considerar desagradables. No obstante, hay periodos en los que el nivel de ?feísmo? sube, por ejemplo: los 80. Si bien tuvo un gran valor histórico y estéticamente nos seguimos alimentando de ella, hay muchas cosas de entonces que no podríamos llamar de otra forma sino feas. ¿Recuerdan los crepés en el pelo, los flecos y los cortes trasquilados como el de Cindy Lauper? El maquillaje grandilocuente que hacía ver a las mujeres del doble de su edad, las formas desproporcionadas de la ropa que deformaban el cuerpo? y ni hablar del estilo punk.
Este modo de rebelarnos contra lo establecido, contra lo ?bonito?, a veces desencadena en prendas que pueden ser un espanto, pero que al lucirlas y notar que son divertidas, acabamos encontrándoles la gracia. Así pasa con muchas tendencias en nuestro tiempo.