Es imposible hablar de estilo, elegancia y glamour sin mencionar a Carolina Herrera, su vida es un reflejo de inmensas alegrías y preciosos recuerdos, pero también de orden, disciplina, trabajo y un avasallador éxito. Hoy cumple 85 años y recordamos cómo comenzó su carrera en la moda.
Al conversar con Carolina Herrera, una vez más me asombro ante la absoluta armonía de su imagen: postura perfecta (su secreto para parecer más alta), más delgada que hace 30 años, un pelo rubio fabuloso, maquillaje ultranatural, look divino (blusa blanca de algodón, falda negra, medias negras opacas, cárdigan tejido en tono púrpura y zapatos negros) y lujosos accesorios (dos pulseras de oro y pendientes de Jar Paris).
Carolina Herrera es un icono de la moda y con un poderoso allure, podría usar mil superlativos para describirla: encantadora, culta, de un gusto exquisito, delicioso sentido del humor y un genuino interés por el mundo y la gente que la rodea. Y esa curiosidad es la que la mantiene llena de vitalidad.
Cómo nació el imperio de moda de Carolina Herrera
Fue en la década de los 80, durante un viaje a Nueva York, que Carolina nos enseñó a un grupo de amigas una pequeña colección de 20 diseños de su autoría que una modista caraqueña le ayudó a confeccionar.
Nunca olvidaré aquellos modelos con enormes mangas y un exquisito terminado couture que mostró una tarde en casa de su amiga María Cristina Neumann, en Park Avenue. Sus prendas eran tan distintas y originales, muy lanzadas y con telas de una calidad excepcional: lana, terciopelo, organza y de colores contrastantes... ¡Y me enamoré!
Poco después, Armando de Armas, editor venezolano y entonces dueño de Vanidades, preguntó mi opinión sobre su colección y si eran ciertas sus conexiones sociales. Sobra decirlo, pero el resto es historia. Con 42 años y de la noche a la mañana, la vida de Carolina dio un giro de 180 grados.
De Armas se convirtió en el socio financiero de su negocio y ella en diseñadora de modas, o mejor dicho, en la gran Carolina Herrera, una de las más puras representantes del estilo americano. Años después, Carolina Herrera continúa ligada a Vanidades, en 2012 aceptó ser honrada en la ‘Gran Manzana’ con el galardón: ícono de estilo Vanidades, ¡un momento lindo y muy emocionante!
Luego de aquella primera colección-cápsula todo ocurrió de manera vertiginosa: en 1981, Carolina debutó en el muy exclusivo y elegante Metropolitan Club de Nueva York. Y las revistas de moda más prestigiosas y personalidades de la talla de Diana Vreeland, la legendaria editora de Harper’s Bazaar (quien un día le sugirió dedicarse al diseño), quedaron fascinadas.
Pronto, su ropa ocupó los estantes de Neiman Marcus, Bergdorf Goodman y el escaparate de Martha’s, la sofisticada boutique de Park Avenue. Su firma se convirtió en un codiciado símbolo de estatus al dotar a la moda de colorido, piezas de corte perfecto, acabados couture y divinas telas, como el gazar (el cual revivió con maestría). No había quien no reconociera al instante el allure de un Carolina Herrera.
Las modelos más famosas exhibían su ropa dos veces al año en sus legendarios desfiles de moda. Era la época disco del famoso Studio 54, en el que se mezclaba lo más salvaje y chic de Manhattan y donde Carolina solía bailar junto a sus amigos Andy Warhol y Bianca Jagger (“aunque no tantas veces como se piensa”, confiesa).
ntonces, la tendencia entre las modelos Iman, Billie Blair y Pat Cleveland era bailar en las pasarelas con movimientos alocados; no obstante, Carolina les pedía que desfilaran lenta y elegantemente, como si entraran a una fiesta de gala, así, sus creaciones se verían en todo su esplendor.
Carolina Herrera hizo de su nombre un ícono de elegancia, creando un universo de elegancia y sofisticación que se puede ver, oler, sentir ¡y vestir! Después de más de tres décadas de ser la directora creativa de su compañía dio un paso atrás, dejando la línea de moda en manos de la visión creativa Wes Gordon, y la de belleza en su hija, Adriana Carolina.
¿Sabías cuál era el vínculo de Carolina Herrera con Vanidades? Sin duda, ésta es una historia de moda que se sigue contando.