El Día de Muertos, una de las celebraciones más importantes y coloridas de México, está lleno de simbolismos y tradiciones que honran a los seres queridos fallecidos. Entre los elementos más emblemáticos de esta festividad se encuentran las flores de cempasúchil, cuyas vibrantes tonalidades naranja y amarillo adornan altares, cementerios y hogares. Sin embargo, más allá de su belleza, estas flores tienen un profundo significado dentro de esta tradición ancestral.
Origen prehispánico del cempasúchil
El cempasúchil, conocido como “flor de veinte pétalos” en náhuatl (cempohualxochitl), tiene una historia rica que se remonta a las civilizaciones mesoamericanas. Para los aztecas, el cempasúchil no solo era una planta ornamental, sino que también tenía un papel fundamental en sus rituales fúnebres. Se creía que esta flor, consagrada al dios del sol Tonatiuh, tenía la capacidad de guiar las almas de los muertos de regreso al mundo de los vivos a través de su color y aroma.
Según la leyenda azteca, dos jóvenes enamorados, Xóchitl y Huitzilin, subían juntos una montaña para ofrecer flores al dios del sol. Cuando Huitzilin falleció en la guerra, Xóchitl pidió a Tonatiuh que le permitiera reunirse con él. Fue entonces cuando el dios del sol transformó a la joven en una flor dorada, el cempasúchil, y a Huitzilin en un colibrí. Desde entonces, se dice que el cempasúchil florece cuando los colibríes buscan a su amada, uniendo los mundos de los vivos y los muertos.
El llamativo color del cempasúchil, que oscila entre tonos de amarillo brillante y naranja intenso, tiene un simbolismo especial. En las culturas prehispánicas, el color amarillo estaba asociado con el sol y, por ende, con la vida y la muerte.
Durante el Día de Muertos, el cempasúchil representa el camino que siguen los difuntos para regresar con sus seres queridos, guiados no solo por el color, sino también por su intenso aroma.
Esta fragancia, según la creencia popular, es capaz de atraer y guiar las almas, por lo que los pétalos de la flor son esparcidos en los altares y alrededor de las tumbas.
¿Por qué se pone cempasúchil en las ofrendas del Día de Muertos?
En el Día de Muertos, las ofrendas o altares que las familias colocan para recibir a las almas de sus seres queridos están llenas de elementos simbólicos.
Las flores de cempasúchil son un componente esencial de estas ofrendas. Los pétalos suelen colocarse en forma de caminos o senderos, guiando a los espíritus desde el más allá hasta los altares. También se emplean para formar cruces y decorar las tumbas en los cementerios, ofreciendo un ambiente festivo y a la vez sagrado.
Este uso tradicional ha perdurado a lo largo de los siglos, y hoy en día, la flor de cempasúchil sigue siendo uno de los símbolos más poderosos del Día de Muertos. Además de decorar altares familiares, estas flores inundan calles, plazas y eventos públicos en las semanas previas al 1 y 2 de noviembre. En algunos lugares, se organizan desfiles y concursos en los que las flores de cempasúchil tienen un papel protagónico.
La popularidad del cempasúchil más allá de México
La relevancia del cempasúchil ha traspasado fronteras gracias a la creciente difusión del Día de Muertos en todo el mundo. Un claro ejemplo de ello fue la película “Coco” (2017), en la que las flores de cempasúchil ocupan un lugar central en la representación visual de la festividad. Este largometraje animado llevó la tradición a un público global, mostrando el poder de esta flor como un símbolo de la conexión entre los vivos y los muertos.
Las flores de cempasúchil son mucho más que simples adornos en el Día de Muertos. Son un símbolo vivo de la conexión entre los mundos, una guía para los espíritus y un recordatorio del ciclo eterno de la vida y la muerte. Con su color brillante y su aroma característico, esta flor sigue iluminando los altares y corazones de los mexicanos cada año, manteniendo viva una tradición que honra a los ancestros y celebra la memoria de quienes ya no están.