Te entendemos si en algún momento te preocupa la forma en que tu bebé respira, ya sea mientras duerme o cuando está despierto. Incluso es probable que en algún momento te acerques a él para cerciorarte de que su respiración se lleva a cabo a un ritmo normal o si, por el contrario, se escucha acelerada. Por ello es que te diremos cómo debe respirar un bebé.
De esta manera podrás estar mucho más relajada o acudir con un médico en el caso de que detectes algo que parece no estar funcionando del todo bien.
Cómo debe respirar un bebé
Respiración variada
Su respiración es irregular. Despreocúpate si tu bebé no respira a un mismo ritmo: su aparato respiratorio todavía no está del todo maduro, por lo tanto, es normal que haya ciertos momentos en que su respiración parece ser más agitada o, por el contrario, mucho más pausada o suave.
Madurez
En sus primeros meses, tu bebé solo puede respirar por la nariz debido a su fisiología, pues su paladar todavía es blando. Será a partir de los seis meses cuando su sistema respiratorio alcance la madurez y la fuerza para respirar tanto por la nariz como por la boca.
Agitación al respirar
Es muy común ver a un recién nacido respirar muy rápido (llegan a tener unas 40-50 respiraciones por minuto y reducir a tan sólo 20 mientras duermen). Así que si lo notas agitado, no te angusties.
Una pausa que no es peligrosa
Asimismo es muy común ver que un bebé detiene su respiración unos 5 o 10 segundos y que después vuelva a respirar rápidamente. A esto se le llama respiración cíclica o periódica y es algo normal en los bebés. Sobre todo es algo que se observa en los bebés prematuros.
Los médicos afirman que no tiene repercusión sobre su salud y su recuperación es espontánea. Lo que no es normal es que un bebé deje de respirar durante más de 10 segundos. En caso de que así sea, consulta al pediatra de inmediato.
Señales de alarma
En caso de que notes que tu bebé duerme casi siempre con la boca abierta y ronca, es motivo suficiente para llevarlo al pediatra. El motivo por el que ronca es un problema fisiológico: la lengua está más abajo y situada hacia la parte posterior de la boca. Esta posición puede ser peligrosa, pues podría reducir el flujo de aire hacia los pulmones y afectar el crecimiento del niño en los siguientes años.
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