Sobredosis digital, adicción a la tecnología

Sobredosis digital

Si estás atrapada en la tecnomanía, aquí tienes la fórmula para desconectarte

Visualiza esta escena: dos pilotos de una importante aerolínea están tan absortos en sus computadoras laptop, que mientras vuelan a 37 mil pies de altura con 144 pasajeros a bordo, no escuchan a los directores de tráfico aéreo que tratan desesperadamente de comunicarse con ellos desde la torre de control para avisarles que acaban de dejar atrás el aeropuerto donde tenían que aterrizar. Esta escena no es un sketch cómico de Tyler Perry; el escalofriante evento ocurrió en el 2009 en Estados Unidos y los dos pilotos de Northwest Airlines fueron suspendidos por la aerolínea apenas tocaron tierra firme.

Aunque ese caso es extremo, tampoco es único. ¿Quién no ha perdido la noción del tiempo frente a la pantalla de la computadora o del versátil teléfono celular (¿existe ya uno que nos prepare el desayuno en la mañana)? Sin duda, de Africa a la Patagonia, los seres humanos del siglo XXI vivimos fascinados con la magia de la tecnología digital. Pero esta, como casi todo, también tiene su lado oscuro. De acuerdo con Ellie Kay y Danna Demetre, autoras del libro de superación personal Lean Body, Fat Wallet: “Siempre estamos respondiendo, de minuto a minuto, los correos electrónicos, los mensajes de texto y las llamadas por el teléfono celular. ¡Somos esclavos de las mismas ‘herramientas’ que se suponía iban a hacernos la vida más fácil! En el proceso, se nos agotan el tiempo y la energía”.

El resultado de esta tecnomanía es que desatendemos nuestras relaciones, abrumamos nuestra mente y descuidamos nuestro bienestar físico. Y si crees que lo anterior es una exageración, responde con toda honestidad: ¿Alguna vez ignoras a la persona que tienes delante para enfocarte en tu teléfono celular? ¿Te sientes estresada y con los nervios crispados ante la cantidad de correos electrónicos y mensajes de texto que te sientes obligada a responder? ¿Eres tan adicta a tu página social o a un juego de video, que no encuentras 10 minutos diarios para ejercitarte o para dar una caminata al aire libre? Apostamos a que has respondido “sí" a las tres preguntas. Pero si aún no estás convencida del peligro de la sobredosis de alta tecnología, esto te convencerá?

DE LA FASCINACIÓN A LA ADICCIÓN

¿Alguna vez has dicho a la ligera que eres adicta a tu teléfono celular o que no puedes vivir sin tu computadora? Quizás no estás bromeando. En un estudio reciente publicado en Plos One, los investigadores hallaron evidencia de que las personas que abusan de la tecnología pueden desarrollar una química cerebral parecida a la de aquellas que abusan de otras sustancias, como el alcohol y las drogas. ¿Ya logramos tu atención? Qué bien, porque una vida rica y balanceada no se vive frente a una pantalla, por fascinante que sean sus configuraciones y aplicaciones; hay que vivirla en tiempo real, no digital. Para lograrlo, solo tienes que hacer algunos ajustes.

LOS PASOS PARA DESCONECTARTE

Lleva un récord. Aunque pienses que no tienes un problema de adicción tecnológica, solo por curiosidad toma una hoja de papel y haz una marca cada vez que uses tus medios digitales. Al final del día, súmalas. ¿Te sorprende el número?

Presta atención. Durante las próximas 24 horas, toma nota de las veces que alguien te reclama que no lo atiendes, que realizas alguna labor a medias o que cometes errores porque estás enfrascada en la pantalla. De nuevo, ¿te sorprende el número?

Reflexiona. Nuestras adicciones, no importa a qué, muchas veces sirven para ocultar otros problemas. Cuando sientas la compulsión de escapar a través de los medios digitales, detente y pregúntate: "¿Por qué estoy haciendo esto?”. "¿Me distrae de mis problemas personales?”. "¿Atenúa mi miedo al futuro?”. "¿Llena un vacío interior?”. Toma el tiempo necesario para reflexionar y ser honesta. Dependiendo de la respuesta, podrás lidiar con la causa real de la adicción y, si no puedes sola, busca ayuda.

Date espacio. A menos que seas un médico o una persona que necesita estar fácilmente asequible en caso de una emergencia, comienza a crear espacios de tiempo real. Fíjate en lo que dicen Ellie y Danna en su libro: “Trato de separar bloques de tiempo -especialmente en la noche y durante el fin de semana- para evitar el uso del teléfono celular. Mi familia y mis amigos cercanos conocen mi número de teléfono privado y me pueden llamar en caso de emergencia”. Usa ese tiempo que has “liberado” para estar presente con tus seres queridos. Conversar cara a cara te permite leer la mirada, captar el tono de voz y sentir el calor de la otra persona. Tus relaciones tienen el potencial de ser más genuinas y profundas. Lo más maravilloso de esto es que al escuchar a los demás, te sentirás igualmente atendida.

Enriquécete. De la misma manera, cambia una actividad virtual por una real. Si descubres que estás invirtiendo diariamente un número de horas en tu afición tecnológica, separa una o dos para enriquecerte de otra manera: tomando una clase, leyendo, disfrutando de un baño de espuma, preparando una rica cena con ingredientes naturales, etc. Y dedícate de lleno a lo que haces. Nada de “tuitear” mientras cocinas o de revisar tus mensajes de texto cuando ayudas a tus hijos con las tareas escolares. De acuerdo con los científicos, el cerebro se abruma y pierde efectividad cuando tiene que hacer más de una cosa a la vez. Por eso en la era del famoso multitasking se cometen tantos errores y vivimos tan estresados.

Edítate. ¿De veras tienes que subir a tu página social la foto del taco que comiste en casa de tu prima Lola o contar por Twitter que no te gustan los días lluviosos? Todo lo que haces o te pasa por la mente no merece un lugar en los sitios sociales. Usa Internet para informarte y comunicarte, no para vivir a través de la pantalla.

Conéctate... pero con la naturaleza. De ser posible hazlo a diario, y si no puedes, por lo menos una vez a la semana disfruta de alguna actividad al aire libre. No tiene que ser un evento superelaborado. Basta con que des una caminata, quizás en la mañana o al atardecer, para contemplar el cielo, observar el recorrido lento de las nubes, escuchar el trinar de los pájaros o sentir el olor de la yerba fresca bajo tus pies descalzos. Este pequeño pero importante ejercicio te arraiga en la realidad y despierta tus sentidos: la vista, el oído, el olfato, el tacto... Es algo que no te puede dar una imagen en la pantalla de tu tableta, aun si es de alta definición.

Desacelera la marcha. Comienza a notar cómo te sientes cuando limitas o reduces el tiempo que le dedicas a la tecnología. ¿Más relajada? ¿Con la mente menos abrumada? ¿Más presente en el momento? ¿Disfrutas más tus relaciones familiares o de amistad cuando te comunicas en persona... y no con dos mil “amigos” a través de la pantalla? La mayoría de la gente se reporta menos estresada. Y es que después de crear un espacio para vivir, comienza a descubrir nuevamente que la vida real es más satisfactoria, linda y colorida, que la más grande maravilla digital.

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