Sabemos de qué manera ingresa al cuerpo y cuáles son los síntomas típicos del coronavirus, pero ¿qué pasa en el organismo una vez que éste se contagia?
Daniela de la Rosa Zamboni, académica del Programa Universitario de Investigación en Salud (PUIS) explica que el virus tiene tres vías para entrar en el organismo: La primera es cuando entramos en contacto con una superficie contaminada por el virus y luego nos tocamos los ojos, la nariz o la boca. “De ahí la importancia de tener siempre las manos lavadas con agua y jabón y desinfectadas con alcohol”. La segunda es cuando nos caen directamente las gotitas del virus en los ojos, la nariz y la boca. Y la tercera, muy poco común, se da cuando se respira el virus por aerosol. “Los aerosoles son partículas muy pequeñas que se quedan flotando en el ambiente después de realizar procedimientos que los genera, tales como una tos abrupta al tomar una muestra nasofaringea para descartar el COVID-19, o después de un procedimiento dental con un enfermo”.
¿Qué pasa en el organismo cuando se contagia de coronavirus?
Una vez dentro, el virus se pega a las células del aparato respiratorio por medio de las proteínas que tiene en su corona, las cuales requieren de un receptor, algo así como una puerta para que éste entre. El principal candidato de este tipo de receptores son los ECA, los que están presentes mayormente en adultos mayores y casi no se encuentran en niños y adolescentes.
Una vez pegado a su receptor introduce material genético a tales células para formar nuevos virus. Así, la misma célula empieza a producir más virus e infecta a otras. Cuando ya se ha multiplicado, el coronavirus viaja por el torrente sanguíneo a través de las arterias y venas hasta encontrar otro lugar para pegarse y repetir el proceso. Los sitios donde existen más receptores para el virus son, aparentemente, las vías respiratorias, el corazón, los riñones e, incluso, el cerebro; lo que explica por qué las personas con enfermedades crónicas son más propensas a complicaciones de la enfermedad y en algunos lamentables casos, la muerte.
Mientras todo esto sucede, el organismo responde a través de su sistema inmune y tiene una respuesta inflamatoria para eliminar al virus. Es decir, “los guerreros del organismo, que son las células blancas tratan de eliminarlo”. Todos los órganos donde se encuentra el virus empiezan a dañarse por la misma infección del COVID-19 y por la respuesta del organismo para tratar de eliminarlos.
“Es una respuesta necesaria”
En algunas ocasiones es tanta la cantidad del virus que el sistema inmune daña al organismo tratando de defenderse y puede ocasionar no sólo alteraciones en las vías respiratorias, sino también en otros órganos. Incluso se ha encontrado que puede llegar al aparato gastrointestinal.
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Si el organismo tiene buenas defensas, entre los 7 y 14 días inicia la producción de anticuerpos de respuesta aguda y luego pueden producirse anticuerpos que posiblemente protejan al individuo. Por ejemplo, si la persona es joven y sin enfermedades del corazón y diabetes, lo más probable es que logre eliminar el agente infeccioso. De hecho, en el 94% de las personas que tienen COVID-19, la enfermedad se desarrolla de manera asintomática o como una simple gripa con manifestaciones en el aparato respiratorio, después se elimina al virus y la persona se cura.
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Por otro lado, si el organismo no responde de forma positiva, se inflaman los pulmones, lo cual causa dificultad para respirar y la alteración llega a ser tan grave que el paciente puede requerir apoyo artificial mediante un ventilador. En quienes el desenlace ha sido más severo suelen ser mayores de 75 años, o padecer enfermedades crónicas como hipertensión, padecimientos del corazón o diabetes. La causa aparente de la incrementada severidad parece ser el mayor número de receptores para el coronavirus.
Puesto que el COVID-19 es un virus desconocido y del cual no sabemos con precisión que agentes lo detonan o contienen, es normal que constantemente leamos sobre “nuevos síntomas” que no se presentarán en todos los casos y que más bien tienen que ver con la salud e historial clínico de una persona. Así, mientras una persona puede manifestar pérdida de olfato o dolor de estómago, otra puede presentar catarro, tos o dolor de cabeza.
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Lo más importante es no caer en pánico y simplemente aprender a escuchar a nuestro cuerpo y monitorearlo en caso de presentar algún malestar. Recuerda que una fiebre que no baja o sensación de no poder respirar son las principales señales de alarma para contactar a un médico. De otra manera, es preferible quedarse en casa y seguir una rutina saludable para que la repuesta de nuestro organismo sea más efectiva y rápida.
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Una buena alimentación e hidratación, descanso, ejercicio, suplementos vitaminados y mantener níveles bajos de estrés es como puedes ayudarle a tu cuerpo a estar en óptimas condiciones durante la cuarentena.