¿Cuál es el secreto de quienes disfrutan de su actividad laboral, pese a que no sea un puesto ni la ocupación ideales, y que parecen llevar con ellos esa felicidad allí donde van?
“Son muy pocos los afortunados que pueden decir que sonríen los lunes por la mañana”, señalan Luis Ríos y Luis Pita, cuya formación académica es la de ingenieros industriales pero cuya pasión -según confiesan- consiste en ayudar a otros a disfrutar más de su vida profesional y personal.
Ríos y Pita dirigen la consultoría “Sonríe los lunes”, SLL, y son autores del libro que lleva el mismo nombre, donde revelan qué es lo que distingue a estas personas felices, cuál son las claves de su sólida felicidad y cómo pueden “disfrutar diez veces más realizando la actividad a la que dedicamos más tiempo en la vida, después de dormir: el trabajo”.
“Tras un estudio de campo con un grupo variado de personas, procedentes de sectores y puestos profesionales diversos, descubrimos que todas ellas comparten algo en común que quizá sorprenda: no tienen un “trabajo ideal”, pero son felices en los distintos rangos y responsabilidades que han ido asumiendo en su vida profesional” explican los autores de SLL.
“La felicidad en el trabajo depende, tanto de la ocupación que se tiene, como de lo que uno pone de su parte en el trabajo para ser feliz”, señalan, y para explicarlo utilizan esta analogía; "¿Importa la pareja con la que estamos para ser felices en la relación? Por supuesto que sí. Sin embargo, poner de nuestra parte cada día es igual o más importante para que la relación funcione”.
Para Ríos y Pita “esto quiere decir dar a nuestra pareja muestras de cariño, escucharla, interesarse por ella, amarla. La felicidad en la relación depende de nosotros, tanto o más que de la persona que hemos encontrado. Con nuestro trabajo pasa lo mismo”.
“Lo que realmente diferencia a las personas que son felices en sus trabajos es que son conscientes de esto y no están a la busca de la ilusión del “trabajo ideal” que les dará todo lo que necesitan para ser felices. Asumen la responsabilidad de su felicidad en su trabajo, aquí y ahora”, enfatizan.
Para los autores de SLL, la felicidad laboral empieza con una elección: la de ser feliz: “si te dices -elijo ser feliz en el trabajo y hacer lo que sea necesario para conseguirlo”, las cosas empezarán a cambiar; si no eliges conscientemente ser feliz ni te comprometes contigo mismo para conseguirlo, lo normal es que no lo seas”.
“Si decidimos que queremos ser felices y nos comprometemos con hacer lo que sea necesario para conseguirlo, con el paso del tiempo mejoraremos nuestra felicidad laboral y nos costará mucho menos levantarnos el lunes por la mañana”, indican.
Para estos expertos “no existe la felicidad laboral permanente, e incluso quienes dicen ser muy felices tienen malos días o temporadas en sus trabajos. Siempre hay tareas desagradables o aburridas que realizar o personas difíciles con las que tratar”.
Sin embargo, Ríos y Pita sugieren poner en práctica una serie de estrategias, que han observado en las personas que son felices trabajando, y que no solo ayudan a mejorar la felicidad laboral, sino que además son aplicables a otras actividades que a mucha gente le resultan poco estimulantes, tediosas o rutinarias.
Aseguran que estas estrategias no solo nos ayudarán a sonreír el primer día de la semana laboral, sino además a sacar el máximo provecho a nuestro día a día y hacer más amenas otras tareas o situaciones, como realizar la limpieza doméstica, hacer la compra, levantarse temprano, viajar en el transporte público muchas horas, ir al gimnasio, cuidar de una persona enferma o llevarnos bien con un compañero que nos resulta poco simpático.
NO QUEJARSE, ACTUAR
“La estrategia más importante para hacer más satisfactorias aquellas actividades que no nos resultan amenas consiste en dejar de quejarse y ponerse a trabajar en aquello que dominamos, incluido nosotros mismos, y aceptar las que se escapan de nuestro control”, señalan Ríos y Pita.
Con respecto a las cosas que no podemos dominar, “lo mejor que podemos hacer es aceptarlas y dejar de quejarnos y de preocuparnos por ellas. Esta estrategia es la más general y la más importante de todas”.
“Si, por ejemplo, la forma de ser de nuestro compañero no la podemos modificar, cambiar nuestra forma de actuar con esta persona para intentar llevarnos mejor con ella, es algo que sí está dentro de nuestro control”, añaden.
ACTUAR “COMO SÍ?”
“Aunque no siempre podemos elegir las tareas que tenemos que hacer, siempre podemos elegir cómo las vamos a hacer. Muchas personas que son felices en sus trabajos saben que la clave para sentirse entusiasmados por lo que hacen, no es cambiar esa actividad, sino cambiar la forma de abordarla”, señalan Ríos y Pita.
Explican que nuestro cuerpo, pensamientos y emociones están estrechamente relacionados y que, cambiando nuestra postura corporal y forma de hablar, y lo que pensamos, podemos cambiar cómo nos sentimos en el trabajo.
“Podemos aplicar esta estrategia a las tareas domésticas realizándolas como si nos gustasen, es decir con mucha energía, cantando, moviéndonos rápido, en vez de con desgana”, proponen.
MEDIR
“Muchas tareas se vuelven mucho más divertidas si las tratamos como un juego en el que nos ponemos nuestra propia “puntuación”, que puede medir cualquier cosa importante para nosotros, como el tiempo que tardamos en hacer esa tarea o nuestro nivel de disfrute”, señalan.
“Esta estrategia la podemos aplicar para cuantificar los metros recorridos en el tapiz rodante o las calorías quemadas en la bici estática cuando vamos al gimnasio, o para medir los tiempos empleados en, por ejemplo, limpiar el baño, convirtiendo así esta actividad en un juego con nosotros mismos”, completan.
VER EL TRABAJO COMO UNA OPORTUNIDAD
Además, según estos expertos, “muchas personas ven la mayoría de tareas como obligaciones y algo que preferirían no hacer. Aquellos que son felices en sus trabajos ven en las tareas una oportunidad de aprender y crecer o de ayudar a otra gente, lo cual es clave para ser más feliz y disfrutar con lo que se hace”.
“Así, por ejemplo, el ver la tarea de cuidar a un familiar mayor como una oportunidad de hacerle feliz, de ayudarle a recuperarse, en vez de como una obligación, nos ayuda a sentirnos más felices y comprometidos con esta tarea”, señalan.
Los autores de SLL ponen otro ejemplo de cómo aplicar esta filosofía a la vida diaria: “el tiempo utilizado en los transporte lo podemos ver como una oportunidad de oro para aprender leyendo o escuchando “podcasts"", destacan.