Conoce los afectos y consecuencias que éste puede tener en las mujeres, además de las razones que nos hace más propensas a los problemas que genera
Cada 15 de noviembre se celebra el Día Mundial Sin Alcohol, luego de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo instaurara como una fecha para reflexionar y concientizar acerca de la problemática que éste representa, así como las consecuencias que conlleva.
Desde el siglo XX, el alcoholismo se ha presentado como una enfermedad que no conoce de edad, género, clase social o situación económica, y actualmente cobra la mayor cantidad de vidas cuando se combina con la conducción automovilística.
Conforme datos de la OMS, el alcohol ocasiona 3.3 millones de muertes al año, lo que representa 5.9 porciento de las defunciones a nivel mundial; además, causa 200 enfermedades y trastornos; también es la razón de discapacidades a edad temprana y hasta pérdidas económicas o sociales.
Año con año, mucho por factores sociales, el consumo de alcohol entre mujeres va en aumento en cuanto a cantidad y frecuencia. Pero ¿por qué esto resulta grave? Simple y sencillamente porque, debido a nuestro metabolismo, tamaño y concentración de agua corporal, consumir la misma cantidad que un hombre nos producirá mayor nivel de alcohol en la sangre y, con ello, mayores efectos y problemas.
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Al 2010, última actualización realizada por la OMS, en el continente americano, 3.2 porciento de la población femenina, mayor de 15 años, sufre trastornos relacionados con el consumo de la conocida como ?droga legal?.
Cabe destacar que, sin importar la cantidad, éste tiene efectos negativos en las mujeres, como son aumentar la propensión a sufrir cáncer de mama, enfermedades cardíacas o cerebrovasculares, lesiones por traumatismo, depresión y, claro, cirrosis hepática.
Así mismo, si éste se llega a consumir durante el embarazo, ya sea por desconocimiento o por irresponsabilidad, puede ser causante de abortos, bajo peso del bebé al nacer, parto antes de tiempo, trastornos mentales como conducta hiperactiva, discapacidades de aprendizaje, retrasos en el habla y lenguaje, o trastornos físicos, tales como cabeza pequeña, problemas de audición o de vista y problemas de corazón, riñones o huesos.
Así que recuerda, entre menor consumo, menor riesgo para tu salud.
