Un breve y luminoso espacio neutro salpicado quirúrgicamente de arte, diseño y color.
La prioridad al diseñar este ático madrileño, de doble altura con aire industrial, era el aislamiento del conjunto habitacional, integrando jardines y terrazas con el uso de cristal en las ventanas.
Se aplicaron losas de hormigón en los forjados, debido al clima radical de España; el aire acondicionado que circula por medio de los conductos da la frescura buscada en el verano y la calefacción por suelo radiante genera la calidez necesaria en el invierno. La ausencia casi total de colores se debe a la búsqueda del entorno natural, el cielo, la vegetación y el agua, dominando así la sobriedad.
Batavia, responsable del interiorismo, dio respuesta a las necesidades básicas del espacio, que es pequeño y aislado, pero que luce amplio e integrado al entorno, invitando a la contemplación con obras de arte de Adriana Merlo. El proyecto es del despacho Ábaton.
Alfombra de yute y manta Deployé verde de lana, de Nanimarquina. Sillones Wegner de roble y esculturas móviles de Adriana Merlo.
Los toques de color dan vida a este espacio limpio y reconfortante.
Cómoda de roble, panel chino de serigrafía y silla catifa en verde de Arper.
La cocina es minimalista y dispone de alta tecnología.
Al fondo, trinchador chino con laca original y piezas enmarcadas de Adriana Merlo rompen con la monocromía del espacio.
El ático ubicado en Madrid, tiene 274 m2 y está aislado acústicamente del resto de los vecinos para alejarse del caos citadino.
Por: Paola Hernández / Foto: Ábaton
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