¿Qué tan buena o mala resulta esta tecnología dentro de una relación de pareja?
“Hola amorcito, ¿qué tal?” Los mensajes cariñosos por móvil pueden generar una gran alegría, pero también caer mal. Las abreviaciones como “tkm” (te quiero mucho) seguidas de dos corazoncitos se fueron abriendo paso como una forma híper-reducida de expresión de cariño por Whatsapp. ¿Pero son lo que espera la otra persona?
Antes, el que se iba primero de casa podía dejarle a su pareja un cartelito en el espejo - y el peso de ese mensaje se sostenía a lo largo todo el día. Hoy, en cambio, las posibilidades de manifestar cariño a lo largo de la jornada son múltiples y permiten decirle al otro en cualquier momento: estoy pensando en ti. En principio, no está nada mal.
Pero en muchas parejas ese tipo de mensajes de texto generan chispas. El que escribe suele esperar una respuesta a los pocos minutos y, si no llega, cunde la decepción. ¿Por qué no responde? ¿Le estarán molestando mis mensajes? ¿Le envío uno más con corazoncitos?
Algunas personas esperan que su pareja esté disponible todo el tiempo, pero el inconveniente con las vías de comunicación inmediata es que quizás la otra persona, cuando recibe el mensaje, está con la cabeza en otra cosa. Es menos probable que las dos partes coincidan en el estado de ánimo segundo a segundo.
La psicóloga Manuela Sirrenberg estudia el efecto de estos desencuentros. “La falta de equilibrio en una pareja suele entenderse como una falta de estabilidad y una mayor probabilidad de separación”, explica, y eso “también se ve en la comunicación a través de la tecnología”. Así lo demostró un estudio que llevó adelante con 500 participantes.
Si una de las partes de la pareja tiene la sensación de que sus mensajes no son lo suficientemente apreciados por el otro, tiende más a cuestionarse la relación.
Uno de los elementos centrales que entran en juego son los celos. ¿Por qué no responde el otro si uno está viendo que está “online”? ¿Estará comentando en Facebook las fotos de otra persona?
Las redes sociales a veces funcionan como un motor de los celos. Si alguien quiere estar celoso, seguramente hallará allí información que le permita sustentar sus hipótesis.
Antes uno podía llegar a escuchar que un tercero le hiciera un comentario cariñoso a su pareja, pero lo olvidaba más rápido. Hoy, en cambio, los intercambios muchas veces se dan por chat o mensajes en las redes. Todos pueden leerlos y su peso se vuelve en consecuencia mucho mayor.
La psicóloga Sirrenberg observó que “las personas que tienden a ser celosas leen los mensajes de un modo muy distinto”. Sienten de inmediato desconfianza ante frases que objetivamente no sugieren nada fuera de lo común. Sirrenberg lo atribuye a la falta de seguridad que existe en la pareja.
Esa inseguridad puede tener muchos motivos. Hay quienes no se sienten seguros con su propia persona y creen que habrá otras personas que a su pareja le resulten más importantes o atractivas. Esa sensación puede verse incrementada si la pareja no responde a los mensajes. Es decir: la comunicación por las vías rápidas puede ser contraproducente y generar estrés en las relaciones que se viven con incertidumbre.
En cambio en las parejas que tienen códigos similares, la comunicación por móvil o chat puede resultar muy buena.
Si genera malestar, lo mejor es hablarlo y llegar a una conclusión junto con el otro. Lo fundamental es no discutir por mensaje de texto, porque allí ninguna de las partes puede ver con qué ánimos o en qué tono se están diciendo las cosas, advierten los especialistas.
Los mensajes no transmiten ni la ironía, ni las sutilezas de la voz, y cuanto más breve el mensaje, mayores son las posibilidades de que se genere un malentendido.
Si ambos tienen la necesidad de llevar alguna discusión adelante por escrito, es mejor hacerlo por mail o por carta, dos medios para los cuales uno se toma algo más de tiempo y deja decantar lo escrito antes de enviarlo.
Además, muchas veces se olvida la función original del móvil: una llamada puede solucionar más que decenas de mensajes.