¿Una larga lista de para 2016? No te preocupes, te damos algunos consejos para lograrlo más fácil
Muchos se proponen hacer cambios en su vida cuando se acerca fin de año. En general, sobran las buenas intenciones: el que es sedentario se propone salir a caminar, el que fuma quiere dejar el vicio, el que vive a las corridas sueña con pisar el freno. Sin embargo, la mayoría de las veces, la lista interminable de propósitos fracasa ya el 2 de enero. Aquí, algunas sugerencias para proponerse objetivos realizables:
1. Plan o intención: Lo que muchos llaman planes no son más que buenas intenciones. Quien quiera alimentarse más saludablemente en el año que viene, tiene una buena intención. Quien, en el futuro, se propone pedir sólo ensalada cuando va a un restaurante, tiene un plan. La diferencia es que cuando se tiene un plan, se establece cómo y cuándo lograr algo. Quien quiera, por ejemplo, hacer más deporte, debería fijarse una fecha fija en la semana para salir a correr. Las posibilidades de concretar algo aumentan cuando se pasa de la intención a un plan.
2. Querer o deber: Los planes son buenos porque dan cuenta de que se tiene un objetivo o se quiere un cambio. Sin embargo, hay que preguntarse cuál es la motivación detrás de todo ello. ¿Tiene que ver con algo que se quiere o que se siente que se debe hacer? La categoría “debería-podría” promete menos éxito. Tampoco funciona el “me gustaría”. Siempre es más efectivo el “quiero”.
No está de más buscar buenas justificaciones para el plan. ¿Se trata de un objetivo personal o se está haciendo algo por otro? Y lo más importante: ¿realmente se desea eso? Cuanto más justificado está el objetivo, más fácil es llevarlo a cabo.
3. Querer y hacer: La voluntad es una motivación fuerte, la fuerza que pone todo en movimiento. Pero no basta con eso. El problema es la implementación. Por eso, es importante que lo que uno se haya propuesto sea realizable. Para ello, son necesarios el amor propio y la ambición. Si no se logra caminar ni cinco manzanas por día, no es razonable fijarse por objetivo caminar 40 diarias.
4. Secreto y público: Lo mejor es no mantener los objetivos en secreto. Cuando se hacen públicos, se asume una mayor responsabilidad. Además, de esta forma se puede pedir incluso apoyo al círculo íntimo para la concreción de los planes, lo que aumenta las chances de éxito.
5. De a poco o todo junto: Lo ideal es empezar de a poco. Es decir, no fijarse grandes propósitos todos a la vez, sino establecer pequeños objetivos. Por ejemplo: si fuma mucho y quiere dejar de fumar, no se proponga más que eso, que ya es bastante.
6. Desafío y éxito: Hay que elegir como primer paso algo realizable; es decir, adecuar el desafío a las capacidades actuales. Si nunca se salió a correr, no se aconseja fijarse como objetivo correr una maratón, sino apenas correr una pequeña vuelta al parque, ya que nada motiva más que el éxito.
7. Ahora o nunca: Que una semana se haya ido menos al gimnasio o que alguna vez se haya visto tentado por la bolsa de patatas fritas no significa que debe arrojar todos sus objetivos por la borda. El problema no es tanto el fracaso, sino considerar que un fracaso es motivo suficiente para dejar de lado todo el plan.
8. Solo o acompañado: Siempre ayuda tener un compañero con el que llevar adelante los objetivos, ya que esto permite elogiarse y motivarse mutuamente. Sin embargo, este acompañamiento no debe ser exclusivo: si el compañero está en cama una semana o se va de viaje, no es excusa para no llevar adelante las actividades propuestas. El otro debe ser un aliciente, no una condición.
9. 1 de enero o cualquier momento: Fijar una fecha ayuda, pero puede ser cualquier día, no sólo el 1 de enero. Lo importante es elegir el momento adecuado. Si quiere dejar de fumar y el 2 de enero tiene una cita laboral importante, lo mejor es proponerse dejar el cigarrillo una semana después.
10. Estar seguro: Piensa bien lo que necesitas cumplir y visualiza los resultados, de esta forma te imaginarás logrando tus objetivos con mucho éxito.