A principios de 2024, el rey Carlos III fue diagnosticado con cáncer, lo que encendió las alarmas en el Palacio de Buckingham. Esta noticia revivió una antigua y escalofriante historia: la supuesta “maldición” de una joya incrustada en una de las coronas reales, que se dice trae desgracias a los hombres que la poseen.
El diamante Koh-i-Noor, conocido como “el diamante más infame del mundo”, ha pasado por las manos de príncipes mongoles y guerreros persas antes de llegar a la realeza británica.
La historia de la piedra maldita en la realeza británica
Se cree que el diamante Koh-i-Noor fue descubierto en una mina en la India en el siglo XIII. Originalmente, pesaba 186 quilates, pero tras llegar a manos de los británicos en 1849, fue modificado y reducido a 105 quilates para darle una forma más refinada.
El primer registro histórico del Koh-i-Noor aparece en las memorias de Babur, el fundador del Imperio mongol.
Sin embargo, la piedra fue robada y terminó en manos del emperador Humayun, cuyo destino estuvo marcado por la desgracia tras la invasión de Delhi en 1739 por Nader Shah, el siguiente dueño del diamante.
Desde entonces, la leyenda de la “maldición” creció, afirmando que quien poseyera el diamante tendría poder, pero también enfrentaría terribles consecuencias.
Solo Dios y las mujeres pueden llevar la piedra
Se dice que solo Dios y las mujeres pueden portar el Koh-i-Noor sin sufrir su maldición. Esta creencia se reforzó cuando la Reina Victoria fue nombrada Emperatriz de la India y recibió la joya, gobernando con estabilidad durante más de 60 años.
Cuando Carlos III heredó la corona, se esperaba que la reina Camila llevara el diamante, pero optó por evitarlo para prevenir disputas diplomáticas con la India. Así, el enigma y la controversia en torno al Koh-i-Noor continúan, dejando abierta la pregunta: ¿es solo un mito o realmente una joya maldita?