La muerte del Papa Francisco se dio este 21 de abril que, curiosamente en este 2025, es el Lunes de Pascua. Una fecha profundamente simbólica dentro del calendario litúrgico de la Iglesia Católica. Sin embargo, para muchos fieles esto no fue mera coincidencia, sino que ello escondería un significado mucho más profundo.
¿Qué es el Lunes de Pascua?
El Lunes de Pascua marca el inicio de la Octava de Pascua, una semana entera dedicada a celebrar la Resurrección de Cristo. Es el día en que, según el Evangelio de Mateo, el ángel anuncia a las mujeres que Cristo ha resucitado, y les encarga llevar ese mensaje al mundo.
Si bien este no es un día de asueto ni de precepto (obligatorio asistir a misa), el Lunes de Pascua extiende la alegría pascual. Por lo que en muchos países de tradición cristiana tiene gran relevancia cultural e incluso civil.
De ahí que el hecho de que el Papa haya partido precisamente en un Lunes de Pascua puede ser interpretado como un gesto final de fe y una señal de esperanza en la vida eterna, según la enseñanza cristiana. Por lo que este mensaje se potencia: Francisco no solo predicó la fe, la vivió hasta el último segundo de su vida.
Durante sus años como líder de la Iglesia Católica, Francisco insistió en la esperanza como núcleo del cristianismo, en el cuidado del prójimo y en la necesidad de tender puentes en un mundo fragmentado. Por lo que su muerte en el día en que los cristianos recuerdan que la tumba de Jesús está vacía y su muerte ha sido vencida, parece sellar ese legado de esperanza que caracterizó a su papado.
La última aparición pública del Papa Francisco
Por otra parte, la última aparición pública del Papa Francisco tuvo lugar el Domingo de Resurrección, el pasado 20 de abril, apenas unas horas antes de su fallecimiento. A pesar de su delicado estado de salud, el pontífice se presentó en el balcón central de la Basílica de San Pedro para impartir la tradicional bendición “Urbi et Orbi”.
Visiblemente debilitado y en silla de ruedas, saludó a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro y pronunció brevemente: “Queridos hermanos y hermanas, feliz Pascua. El maestro de la ceremonia os leerá el mensaje”. Unas palabras que nadie sabía que serían las últimas en público.
El mensaje de Pascua fue leído por un colaborador y en él, Francisco hizo un llamado urgente a la paz mundial, destacando que no puede existir sin libertad religiosa, de pensamiento y de expresión. Condenó la violencia en zonas de conflicto como Gaza, Ucrania, Armenia y África, y denunció el creciente antisemitismo y la carrera armamentística global. Exhortó a los líderes a priorizar la ayuda humanitaria en lugar del temor y la militarización.