Símbolos de poder y realeza, las tiaras forman parte de el legado histórico dentro de las casas reales, formando parte de los tesoros de la corona y dando lugar a las leyenda. Ese es el casi de la, llamada, Tiara de los Camafeos, una de las más fascinantes joyas de Suecia.
“Las joyas de las colecciones reales se utilizan habitualmente en diversas ceremonias y celebraciones. Pero también tienen una larga historia y tienen mucho que contar sobre los vínculos y tradiciones de la familia real”, explica la Casa Real de Suecia.
En fechas recientes, hemos visto relucir la Tiara de los Camafeos en la cabeza de la princesa heredera Victoria; en la de la actual soberana, la reina Victoria, y, en los días de sus enlaces matrimoniales, en las de las hermanas del rey Carlos Gustavo XVI: Brígida, Cristina, Margarita y Désirée.
Pero la historia de esta tiara y el conjunto del que forma parte (el parure incluye hermosos pendientes, collar y pulsera a juego), se remonta a muchos, muchos años atrás e, inclusive, a otro país.
La historia de la Tiara de los Camafeos
Si el nombre de la tiara te parece familiar es porque incluye una palabra clave que nos remite a una joya muy especial y clásica: ¡los camafeos! Si no sabes qué son, te lo explicamos en breve: es una “piedra preciosa, generalmente ónice o ágata, con figura tallada en relieve”.
Ahora que entiendes que es un camafeo, queda claro el nombre de la tiara, pues precisamente está decorada con varios de ellos. Estas piedras talladas, muy comunes en broches, fueron muy populares en Francia. Y es precisamente de ese país del que es originaria esta peculiar creación.
Se trata de una creación del famoso orfebre parisino, Marie-Étienne Nitot, fundador de la casa Chaumet y uno de los creadores favoritos de la emperatriz Josefina, esposa de Napoleón Bonaparte.
En el portal de la casa joyera se explica el origen de la relación diseñador y la emperatriz: “después de haber ejecutado el encargo de la espada de coronación de Napoleón y la tiara del Papa Pío VII, Marie-Étienne Nitot se convirtió en joyera de la corte imperial y proveedora oficial de Josefina. Se convirtió así en el joyero más cotizado de toda Europa”.
Con un diseño propio del siglo XIX, la espectacular tiara está engastada en oro rojo, cuidadosamente decorada con hileras de pequeñas y relucientes perlas y “coronada” con 5 fascinantes camafeos.
Cómo llegó la tiara de Francia a Suecia
Ahora que conocemos el origen de la leyenda es momento de entender cómo pasó del, en ese entonces, Imperio Francés a las arcas de la Casa Real de Suecia. Y para esto nos tenemos que remontar a su dueña original Josefina de Beauharnais. Cuando la emperatriz se divorció de Napoleón, se mudó, junto con todas sus joyas, al Château Malmaison, cerca de París.
Al morir Josefina, sus joyas pasaron a sus descendientes (productos de su primer matrimonio), fue así que llegaron a manos de su nieta: Josefina de Leuchtenberg. Ella se casó con el príncipe heredero Oscar de Suecia en 1823. Fue así como la tiara formó parte de la Casa de Bernadotte.
En 1844, la pareja subió al trono como el rey Óscar I y la reina Josefina de Suecia y Noruega. Desde ese entonces, la pieza forma parte de la colección privada de la familia real sueca. Ahora, la tradición de la casa real es que las princesas de la dinastía la lleven el día de su boda.
La historia de la Tiara de los Camafeos es tan fascinante como la joya misma, una pieza que es un lujo a la vista y que refleja el deslumbrante legado e imponente poder de la Casa Real de Suecia.