Muchos años antes de vestir sotana y convertirse en Papa, Jorge Mario Bergoglio fue simplemente Jorge: un adolescente porteño que soñaba, reía y también se enamoraba. Mucho antes de ser el Papa Francisco, vivió una historia de amor tan dulce como breve que, aún hoy, conmueve por su ternura y humanidad.
En el barrio de Flores, en Buenos Aires, creció rodeado de familia, amigos y misa dominical. Fue allí donde, según informó El Cronista, conoció a Amalia Damonte, su vecina y compañera de tardes de juego. Amalia no era una chica cualquiera para el joven Jorge: fue su primer gran amor. Entre charlas inocentes y bailes improvisados, surgió un vínculo especial que, aunque breve, dejó una marca profunda en ambos.
Así fue la propuesta de matrimonio de Mario Bergoglio, antes de ser Papa a Amalia Damonte
Según el medio citado, años después, Amalia contó que, cuando Jorge tenía apenas 12 años, le escribió una carta con una propuesta que parecía salida de una película romántica: le pidió matrimonio. Pero no lo hizo de manera tímida o común. En esa carta, Bergoglio escribió una frase que hoy parece profética: “Si no te casarás conmigo, me hago cura” . Y, como sabemos, cumplió su palabra.
La historia tuvo un giro inesperado cuando los padres de Amalia interceptaron la carta. Consideraron inapropiada la declaración y, preocupados por la intensidad del vínculo, le prohibieron seguir viéndose con él. El joven Jorge, aunque dolido, no insistió. Tiempo después comenzaría su camino espiritual que lo llevaría a convertirse en seminarista y luego en sacerdote.
Amalia confesó años más tarde que, pese a la distancia impuesta, siguió escribiéndose esporádicamente durante muchos años. Incluso intercambiaron cartas poco antes de que Jorge fuera elegido Papa en 2013. La relación con Damonte no prosperó, pero el recuerdo perdura como un tierno capítulo de la historia del hombre que en vida predicó amor, humildad y compasión al mundo entero.