La actriz ha logrado pasar a la historia con su gran actuación
Con su victoria de ayer domingo en la categoría de mejor actriz secundaria, la ya oscarizada Viola Davis ha entrado por la puerta grande en la historia del mundo del espectáculo al erigirse como la primera actriz afroamericana en contar con los tres galardones más importantes de la escena interpretativa en Estados Unidos, el Oscar, el Emmy y el Tony.
Cierto es que su compatriota Whoopi Goldberg podría presumir de ser la única mujer negra en haber hecho, de momento, pleno en este sentido al ser la orgullosa receptora de lo que se conoce como el ‘EGOT’ -la combinación de Emmy, Grammy, Oscar, y Tony-, pero hay que recordar que su premio Tony nada tiene que ver con sus dotes para la actuación, sino con su papel de productora en el musical ‘Thoroughly Modern Millie’ del año 2011.
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Pero al margen de las estadísticas o del hecho de que Viola ya podría haber materializado esta hazaña años antes con ‘Criadas y señoras’, una película que la convirtió en la gran favorita para hacerse con la estatuilla dorada en la edición de 2012, que finalmente perdió a manos de su compañera de cinta Octavia Spencer, lo cierto es que de la ceremonia celebrada ayer domingo en el teatro Dolby de Los Ángeles resultó aún más destacable el poderoso discurso que ofreció la prestigiosa intérprete, que aunaba nostalgia y reivindicación a partes iguales.
“La gente me pregunta constantemente el tipo de historias que yo quiero contar con mi trabajo. Y siempre les digo lo mismo: exhumemos esos cuerpos, esas historias, la historia de la gente que soñaba. Me hice artista, y doy gracias a Dios por ello, porque somos la única profesión que celebra lo que significa vivir una vida. Así que esto va para August Wilson [autor de la obra original de ‘Fences’], quien exhumó y exaltó a toda la gente corriente”, se sinceró emocionada sobre el escenario, antes de agradecer al director y protagonista de la cinta, Denzel Washington, la oportunidad de haber llegado al punto álgido de su carrera gracias a ella.
“Oh capitán, mi capitán. Gracias por poner a dos grandes figuras, August y Dios, en el asiento del conductor. Te han hecho un gran favor”, le dirigió.
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