El famoso director de cine sentía por las rubias una extraña mezcla de adoración y desprecio
Rear Window... Vertigo... The Birds... Esos y otros grandes éxitos de Alfred Hitchcock, “el mago del suspenso”, tuvieron como protagonistas a mujeres rubias y elegantes que, detrás de una apariencia algo fría, parecían ocultar una tórrida sexualidad. Todo parece indicar que en la vida real el director británico sentía una gran atracción por ese tipo de damas y utilizaba sus películas para materializar sus fantasías secretas.
Según afirman quienes trabajaron con él, con el paso de los años esa fascinación comenzó a ponerse de manifiesto de una forma cada vez más perversa y retorcida, en la que la admiración por esas actrices se mezclaba con el deseo de humillarlas y de hacerlas sufrir.
Sus primeras rubias
La primera rubia que protagonizó una película de Hitchcock fue una actriz llamada June, quien encabezó el elenco de uno de sus primeros thrillers, titulado The Lodger: A Story of the London Fog, en 1927. El argumento trataba sobre un asesino en serie que elegía a jóvenes rubias como víctimas.
Ahora bien, la primera rubia de Hitchcock que se convirtió en una figura internacional fue Madeleine Carroll, con quien filmó en Inglaterra, en 1935, The 39 Steps. En 1936, volvió a elegir a Carroll como heroína para Secret Agent.
Madeleine era encantadora y buena actriz, pero Hitchcock la trataba duramente. En The 39 Steps la obligó a permanecer un gran número de horas esposada, arrastrándose por carreteras y barrancos. En privado, ella se quejaba de las humillaciones que padecía. “Era una gran estrella, pero Hitchcock se portó como una bestia con ella. Era un tipo muy tosco, al que le encantaba gastar todo tipo de bromas pesadas y obscenas”, contó John Gielgud, quien fue el protagonista masculino de Secret Agent.
¿Director misógino?
El trato que dio el director a esta y a otras actrices es visto por algunos biógrafos y analistas como una manifestación de misoginia (odio a las mujeres). A juicio de algunos, esa mezcla de atracción y repulsión tenía sus raíces en lo inseguro y poco atractivo que se sentía Hitchcock. Casado desde 1926 con la editora y guionista Alma Reville, al parecer en su largo matrimonio nunca hubo mucha pasión. Según el guionista Joseph Stefano (quien escribió con Hitchcock la trama de Psycho), el director le confesó que solo había tenido relaciones sexuales con su esposa una vez y que de esa experiencia había nacido Pat, su única hija, en 1927. “Hitch y Alma eran como dos hermanos. La relación que mantenían era la de dos socios colaboradores”, comentó el dramaturgo Samuel Taylor.
Bienvenido a Hollywood
En marzo de 1939, Hitchcock dejó Londres y se instaló en Hollywood con su familia. Un año después filmó su primer éxito en los Estados Unidos: Rebecca. Como protagonista le fue impuesta Joan Fontaine, quien por entonces tenía solo 22 años y era tímida e insegura. Según varios testigos, Hitchcock trató a su nueva rubia como si fuera una marioneta. Años después, Fontaine comentó: “Parecía desear una total posesión de mi persona, me controlaba completamente. No me dio lo que yo más necesitaba en ese momento: confianza”.
La Bergman: un amor imposible
Aunque en las tres películas que hizo con Hitchcock -Spellbound (1945), Notorious (1946) y Under Capricorn (1949)?-Ingrid Bergman no tiene el cabello rubio, sino castaño claro, eso no impidió que el director se obsesionara con ella. Según el historiador Donald Spoto: “Hitchcock se enamoró apasionadamente de Ingrid y alimentó sentimientos que ella no correspondía ni quería corresponder”. Mientras Bergman lo consideraba una figura paternal, él se prendó de ella como un adolescente. “Yo lo quería, pero no del modo que él esperaba”, explicó la actriz años después. Para Hitchcock debió ser un suplicio que, al distanciarse de su esposo, Bergman tuviera romances con distintos hombres, sin tomarlo en cuenta como posible amante. Pero el golpe más duro lo recibió cuando su adorada sueca, aún casada, abandonó Hollywood para irse a vivir a Italia con el director Roberto Rossellini.
¡Y llegó Grace!
Pasaron cuatro años sin que encontrara otra musa. Durante ese tiempo, dirigió a Anne Baxter en I Confess (1952), tiñéndola de rubio. “Era un genio, pero tenía su lado perverso”, dijo Baxter de Hitchcock.
Hasta que en 1953 Hitch vio a una joven de 23 años llamada Grace Kelly y se fascinó con ella. Era su ideal femenino: rubia, bella, inteligente, distinguida y sensual. Según él, la sexualidad no debía ostentarse: “Si el sexo es demasiado llamativo y evidente, no hay suspenso”. Y la en apariencia fría Grace cumplía ese requisito.
Hitchcock la dirigió en Dial M for Murder (1954), Rear Window (1954) y To Catch a Thief (1955), en las que se encargó de supervisar cada detalle de su vestuario, maquillaje y peluquería para ajustarlos a su mujer soñada. “Conmigo, floreció", afirmaba con orgullo. Frente a sus narices, Grace vivió un ardiente romance con Ray Milland, su coestrella en Dial M for Murder. Sin embargo, se dice que Hitchcock evitó hacerle insinuaciones sexuales, por temor a perderla. Con ella, era todo delicadeza y mimos: era su princesa.
Por eso, en 1956 quedó destrozado cuando Grace Kelly se casó con Rainiero de Mónaco y puso fin a su carrera en el cine.
Otras rubias
En 1956, Hitchcock conoció a Vera Miles y firmó con ella un contrato para actuar en The Wrong Man y otras dos películas. Aunque la actriz de 25 años era madre de dos hijos y estaba casada en segundas nupcias, él pensó que podría transformarla a su gusto. “Vera Miles va a sustituir a Grace Kelly”, declaró con seguridad a los reporteros.
En 1958, cuando Hitchcock estaba a punto de iniciar el rodaje de Vertigo, la película con la que pensaba transformar a Vera en una estrella de primera magnitud, ella le anunció que estaba embarazada y que no podría filmarla. Según algunos, Miles era una mujer enérgica e independiente, y no estaba dispuesta a ser una réplica de otras rubias.
En el último momento, Hitchcock tuvo que darle el papel protagónico de Vertigo a Kim Novak. Su relación con ella fue tensa y distante desde el principio, ya que Kim no se sintió cómoda con el look que Hitchcock le impuso. Finalmente, tuvo que someterse a sus exigencias.
Su siguiente rubia fue Eva Marie Saint en North by Northwest (1959), y con ella no tuvo grandes conflictos. Como de costumbre, escogió su vestuario para darle la sofisticación que deseaba. “Le supervisé hasta el último cabello”. Más tarde le tocó el turno a Janet Leigh, a quien inmortalizó con la escena del asesinato bajo la ducha en Psycho (1960).
La última obsesión
En 1961, cuando ya tenía 62 años, Hitchcock vio en la televisión un anuncio publicitario donde aparecía una bella modelo rubia que llamó su atención. Tippi Hedren, una divorciada de 31 años, madre de una niña (Melanie Griffith), se convirtió en su última gran obsesión. La hizo firmar un contrato de siete años y, aunque carecía de experiencia como actriz, la lanzó al estrellato en The Birds (1963).
“Fue amor a primera vista”, comentó un cercano colaborador del director. Hitchcock incluso llegó a decir a la prensa que su nueva actriz tenía más elocuencia y humor que Grace Kelly. Hedren quedó sorprendida cuando comenzó a recibir insinuaciones sexuales cada vez más explícitas de su parte, pues ella no sentía el menor interés por él.
Rod Taylor comentó que mientras filmaron The Birds, el director mantuvo a Tippi alejada de todos, para que solo pudiera relacionarse con él. “Empecé a sentirme muy incómoda”, dijo la actriz, pues el director pretendía controlar hasta su vida privada. Según su testimonio, ella fue víctima de lo que hoy se conoce como acoso sexual.
La situación se volvió preocupante cuando Hitchcock la obligó a rodar durante cinco días la violenta escena en que los pájaros la agredían. Para vengarse de la indiferencia de su amada, exigió que la secuencia se hiciera con pájaros reales y Tippi terminó con un colapso nervioso.
Aun así, por temor a los problemas que le traería romper el contrato, Tippi hizo una segunda película con él: Marnie (1964). Hitchcock la trataba cada vez peor y le prohibía hablar con los demás actores. Según la guionista Jay Presson Allen, “estaba loco por ella”.
Cuando Hedren no soportó más el acoso, Hitchcock la amenazó con destruir su carrera. “Y lo hizo”, dijo Tippi. No obstante, en el 2007, la actriz habló sin rencor del director que la consagró: “Aquel pobre hombre deseaba desesperadamente algo que no consiguió a lo largo de su vida”... Después de perder a Tippi, Hitchcock no volvió a ser el mismo y su carrera empezó a declinar. Ella fue su última rubia...