Desde que el pasado noviembre un juez le obligara a asistir semanalmente a clases con las que aprender a controlar sus impulsos más agresivos, todo ello como consecuencia del enésimo altercado que provocó en Manhattan -sus peleas con los paparazzi en el mismo escenario llegaron a ser legendarias- a cuenta de una discusión por un lugar de estacionamiento , el actor Alec Baldwin tuvo la oportunidad de reflexionar en profundidad sobre todo lo aprendido estos meses y, en concreto, sobre los complicación de su fuerte carácter.
“Lo más divertido de toda esta experiencia de ir a clases para la gestión de la ira es darme cuenta de que tampoco tengo tanta ira como pensaba. Quiero decir... El resto de la gente que va a las clases son un espectáculo. Hay uno que nos contó que armó un problema porque había pedido un tenedor en el restaurante y le habían dado palillos. El caso es que todos decían haberse vuelto completamente locos en algún momento”, contó el astro de Hollywood en el programa del afamado locutor Howard Stern.
Ya en un tono más serio, el artista reconoció que en su disputa con el conductor que trató de arrebatarle un lugar de estacionamiento se comportó de forma “inapropiada”, aunque al mismo tiempo justificó su conducta con el miedo que sentía a que su esposa Hilaria o uno de sus hijos, que se encontraban con él en el momento del incidente, pudieran haber sufrido daño alguno como consecuencia de la “agresividad” mostrada por su oponente.
“El problema es que él trató de arrebatarme el espacio de una forma muy agresiva. No era el fin del mundo para mí quedarme sin el lugar, pero pensé que se estaba acercando demasiado y que estaba a pocos centímetros de golpear a mi mujer y a mi hijo. Lo que hizo fue maleducado y peligroso, aceleró sin importarle que ellos estuvieran en medio, y eso me llevó a perder el control”, aseguró.