Al margen de que su solvencia como actriz le permitiera finalizar el rodaje de la película dentro de los plazos establecidos por la producción, la actriz Sandra Bullock ha confesado ahora que la grabación de la mítica cinta Speed (1994) podría haberse hecho eterna si no hubiera sido capaz de sobreponerse a las distracciones constantes a las que le tenía indirectamente sometida el coprotagonista del filme, el “guapísimo y dulce” Keanu Reeves. “Me resultaba muy complicado meterme en el personaje e incluso tomarme el trabajo en serio. Es que solo podía pensar en lo guapísimo y dulce que era Keanu Reeves. Y en el momento en que me miraba a los ojos, no podía evitar reírme avergonzada como si fuera una adolescente”, admitió la intérprete en conversación con la presentadora Ellen DeGeneres. Aunque en ningún momento se atrevió a sacar partido a la situación y pedirle una cita a su compañero de trabajo, la estrella de Hollywood está convencida de que no hubiera merecido la pena al haberse percatado desde el primer momento que Keanu no estaba demasiado interesado en la idea de salir con ella: “Nunca pasó nada entre nosotros. Me imagino que había algo de mí que no le gustaba mucho”, reconoció con resignación.
Cambiando radicalmente de asunto, Sandra Bullock también quiso pronunciarse durante la entrevista sobre uno de los golpes más duros que le ha dado la vida: la muerte el pasado septiembre de su padre John Bullock, quien tenía 93 años, y la de sus dos perros en las semanas inmediatamente posteriores a tan triste suceso. “Mi padre murió hace poco y cuando estaba ya en su lecho de muerte me llamaron para decirme que mi perrita Ruby había sufrido un infarto. Unos días más tarde me volvieron a llamar para informarme de que mi otro perro había tenido un ataque al corazón y que iba a morir en tres días. Unos días más tarde, me quedé un buen rato llorando en la bañera y mis hijos no paraban de preguntarme si me encontraba bien. Así es la vida”, relató la intérprete, madre de los pequeños Louis (8) y Laila (6).