Así fue nombrada la investigación del FBI que desenmascaró un esquema de fraudes en admisiones a universidades de Estados Unidos, la cual tomó al país por sorpresa y culminó con celebridades bajo arresto.
Decenas de personas fueron apresadas de manera simultánea el pasado 12 de marzo en diferentes áreas de Estados Unidos, acusadas de participar en fraudes con el objetivo de que sus hijos ingresaran a algunas de las universidades de mayor prestigio, como Yale, Stanford, UCLA y Georgetown.
Los involucrados en el escándalo son entrenadores deportivos, administradores de exámenes y padres de familia adinerados, entre los que se encuentran nombres conocidos como el de las actrices Felicity Huffman, famosa por su personaje en Desperate Housewives, y Lori Loughlin, quien saltó a la fama por ser la tía Becky de Full House y que recién participó en el reboot de la serie.
¿Cómo es que terminaron ocupando los titulares de este modo tan negativo?
El caso Macy Huffman
En diciembre de 2017, Felicity Huffman publicó en redes sociales fotos de ella y su hija, Sophia Grace, quien entonces tenía 17 años; visitaban universidades y la actriz aseguraba que se sentía nostálgica por el paso del tiempo.
En enero pasado, el también actor y padre de la joven, William H. Macy, declaró a la revista Parade que el proceso de aplicaciones a universidades era estresante, y añadió: “Voto porque una vez que la acepten se tome un año libre. Dios no te deja tener 18 años dos veces... Pero veremos qué es lo que ella quiere hacer, lo que piensa Felicity y cómo se acomodan las fichas”.
Éstas, para desgracia de la familia, no resultaron favorecedoras. Huffman, de 56 años, fue arrestada en su casa de Los Ángeles, bajo el cargo de conspiración para cometer fraude postal y de servicios. Más tarde fue liberada con una fianza de 250 mil dólares y con la condición de permanecer en el país.
Se le acusa de haber pagado 15 mil dólares a la fundación The Key Worldwide para mejorar los resultados del examen SAT de su hija y así ayudarla a tener un mejor perfil escolar.
En una prueba previa, la chica obtuvo 1,020 puntos, mientras que en el examen logró 1,420, una mejora suficiente para ser aceptada en varias universidades. Y la actriz se preparaba para hacer lo mismo por su segunda hija, Georgia, de 16 años.
El caso Mossimo Loughlin
Según un comunicado del FBI, Lori Loughlin y su esposo, el diseñador de moda Mossimo Giannulli, pagaron 500,000 dólares a la fundación The Key Worldwide para fingir que sus hijas, Olivia Jade e Isabella Rose, eran miembros del equipo de remo en su preparatoria, deporte favorito de los reclutadores de universidades, llegando al extremo de usar Photoshop para insertar sus rostros en los cuerpos de unos atletas.
Lori no estaba en casa cuando los oficiales arrestaron a su esposo; ella se entregó horas después. Ambos pagaron un millón de dólares de fianza y pusieron su casa como prenda. A diferencia de Huffman, Loughlin obtuvo un permiso para viajar a Canadá, para filmar un proyecto.
El esquema del fraude
Según reportes del FBI, la operación Varsity Blues se inició hace poco más de un año, y su objetivo era desmantelar una red que intervenía currículos escolares para darles una mejor oportunidad de entrar a la universidad de su elección.
Las autoridades recibieron la ayuda del orquestador de la estafa, William Rick Singer, quien comenzó a cooperar con las autoridades en 2018 para reunir evidencias que acusaran a los participantes y así reducir su condena.
Singer creó The Key Worldwide Foundation en 2011, ‘institución sin fines de lucro’, que en teoría ayudaba a los estudiantes a prepararse para sus aplicaciones universitarias, pero sólo se trataba de una cubierta para recibir donaciones turbias, las cuales hacían la función de un pago al corregir las respuestas de los exámenes SAT o, bien, asistir a los chicos mientras presentaban la prueba y darles las respuestas correctas. También falsificaba y aumentaba el currículo deportivo de los jóvenes para hacerlos parecer atletas de alto desempeño.
Se estima que las 50 personas acusadas, que incluyen directores ejecutivos, agentes de bienes raíces e inversores, habrían pagado 25 millones en sobornos a Singer.
Según el abogado Andrew Pelling, quien presentó el caso ante las autoridades en Boston, los jóvenes no estaban al tanto de la trampa que hacían sus padres, pero “no puede haber un sistema de admisiones distinto para los ricos, y tampoco tendrán un sistema de justicia criminal diferente”, expresó.
Todas las contribuciones eran deducibles de impuestos al estar disfrazadas de donaciones.
La importancia del SAT
El Scholastic Aptitude Test es una prueba de admisión a universidades que evalúa lo que los estudiantes han aprendido en preparatoria y qué tanto éxito podrían tener en su carrera.
El examen consta de tres horas y se pueden lograr hasta 1,600 puntos, entre mejor sea la puntuación, más fácil es entrar a la institución elegida, ya que las mejores del país suelen pedir al menos 1,200 puntos como requisito para obtener becas deportivas, académicas y uno de los codiciados lugares en sus aulas cada vez más solicitadas.
En Stanford, por ejemplo, apenas 5% de los postulantes son admitidos, y sólo 7% a Yale, por lo que tener un buen SAT supondría una gran ventaja.
Las consecuencias
En los documentos presentados por el FBI como pruebas, se explica que agentes federales grabaron conversaciones entre Felicity Huffman y un “testigo cooperativo”, en donde ella acepta pagar para que su hija tenga tiempo extra para el examen SAT y luego alguien corrija sus respuestas.
Mientras tanto, la evidencia contra Lori Loughlin son mails, en los que aseguró fotografiar a su hija en una máquina de remos para hacer el montaje.
“Se trata de lavado de dinero y fraude de correo. Cada ofensa tiene un máximo de 20 años de cárcel y multas de 500 mil dólares”, explicó el abogado Edward Molari para el sitio Hollywood Life.
“Y aunque la prisión es posible, no creo que ésta llegue a ese extremo otra vez”.
LA ESTAFA EN NÚMEROS
- 15 dólares a 75 mil costaba ayudar a cada alumno.
- 6 millones fue el soborno más grande del que se tiene registro.
- 10 millones de dólares cobraba Mark Ridell, graduado de Harvard, por cada examen intervenido.
- Un millón de dólares alcanzaron las finanzas impuestas a los involucrados en el caso.